Necesario pero en ocasiones inoportuno

Mariana Guzmán Villena

El celular sin duda es una de las expresiones más evidentes del desarrollo de la ciencia, de la investigación y de la supremacía de la inteligencia del hombre, pues con este dispositivo que nos permite comunicarnos en forma inmediata a través de sus diversas opciones, que instituye un verdadero diccionario, que nos ayuda a direccionarnos correctamente, en fin sería largo enumerar sus ventajas y beneficios. Pero como todo en nuestra existencia hay lo contrapuesto, este “aparatito” que me atrevo a afirmar lo tenemos casi todos los humanos, con las lógicas excepciones, también constituye una molestia, un estorbo, que las mismas personas hacemos que de él tengamos un concepto nada halagüeño por su indebida utilización, pues sucede que concurrimos a una oficina lamentablemente pública y parece coincidencia que la o el empleado nos atiende con el celular en la mano y escucha lo que es motivo de nuestra presencia sin dejar de lado a su compañero electrónico. El susodicho nos responde lacónicamente pues no desea perder la comunicación que es más importante que prestar atención a lo que dice o solicita el pobre ciudadano. Esta experiencia personalmente me ha tocado tolerar en varias Entidades y cuando me he atrevido a reclamar que por favor deje el celular y atienda en debida forme, simplemente responden “estoy trabajando por el celular”. Es verdad que por motivos de trabajo debemos utilizar éste dispositivo en horas laborables, pero de ahí a usarlo dejando a un lado las obligaciones prioritarias como atender al cliente o usuario eficaz y amablemente, pues unos se enojan por la interrupción, hay una gran diferencia.

Aclaro por su importancia y porque en ningún caso pretendo se distorsione el contenido de este artículo ni desprestigiar a nadie en particular, que este comportamiento no endilgo a todas y todos los empleados públicos, pues a muchos de ellos o ellas se les ve inmersos en las tareas que tienen bajo su responsabilidad, pero los pocos que distorsionan la correcta apreciación de un buen trabajador es triste admitir que desdibuja no solo el correcto uso del celular sino además el empeño de las autoridades o jefes que tratan de proyectar una buena imagen de su institución y ofrecer un servicio dignificante y eficiente.