El arte de vivir bien

Por Ramiro Ruiz R.

La economía de un país liberal está en manos de las personas individuales. La persona que vende mangos en una carretilla trabaja en el comercio informal, defendiendo el bienestar de la familia y ofreciéndole gusto al comprador. Como también el gerente del concesionario de autos trabaja en el comercio formal y lo hace por la buena ventura de su familia y de los clientes. A diferencia de ellos, el funcionario de un Gobierno no hace empresa, no vende mangos o autos, desconoce las habilidades de venta.

Aunque las funciones son diferentes, la actitud ante el trabajo podría ser similar. El trabajador informal o el empleado de empresa privada debe acoger como estilo de vida la ética. La fruta está a la vista del consumidor, así como el auto perfectamente diseñado y armado por técnicos. Los dos trabajadores de ventas no pueden engañar, ni hacer intrigas. La ética pone límites y exige lo mejor.

Ellos hacen en su trabajo un homenaje a la cultura de la democracia. Trabajan en busca de la prosperidad. Gracias a la propiedad privada, al libre mercado, y al motor de la vida que es la libertad. Pero la condición del ejercicio de la libertad es la ética. Este trabajo no lo hacen los políticos enredados en discusiones inútiles.

Etimológicamente la palara la usó Aristóteles por primera vez en la Ética a Nicómaco, su hijo. Se trata fundamentalmente de un “arte para vivir bien”. Podemos tomarla como el conjunto de costumbres en una época determinada y a la vez son prácticas vitales de las sociedades. Las sociedades priorizan la generosidad, el desinterés sobre el egoísmo, la unión sobre la separación.

El gran problema de la ética es la ambición (la ambición desaforada) de aprovecharse y sacar ventaja de los demás. Sabemos que los demás nos reconocen y satisfacen nuestras aspiraciones. Nos interesa los demás cuando tienen que reconocer nuestra humanidad, pero también cuando queremos aprovecharnos de ellos. Así lo hicieron muchos presidentes. Recordemos a aquel que guardó los billetes en costales y salió del país. O al reciente prófugo de la justicia colmado de corrupción. Ellos se aprovecharon de un país de ingenuos.

La ética política debe tener prohibiciones. Un factor de éxito de la maestría de gobernar es limitar el poder del presidente y de cada uno de quienes conforman el Gobierno.

La moral pertenece siempre al reino de la libertad no al del control. La raíz de la ética está en qué es lo que hace cada persona con su libertad. Los anti éticos conocen la esclavitud de su ambición.