POR: Víctor Hugo Portocarrero

POR: Víctor Hugo Portocarrero

“Mientras tengamos vida, estamos a tiempo”, escucharía decir a mi querida madre. Cuando hay algún proceso que cerrar o enmendar, cuando queremos hacer el bien y amar, cuando queremos transformar y embellecer la vida y si tenemos algunos asuntos pendientes y todavía contamos con nuestras facultades, estamos a tiempo de hacerlo.

Más, cuando los asuntos pendientes son colectivos, por ejemplo, reinagurar la honestidad y la ética a nivel nacional y local es algo pendiente y prioritario; encadenado a esto, es fundamental cambiar las personas que han llevado adelante el desgobierno a nivel general; necesitaríamos cambiar concejales, alcaldes, prefectos, directores provinciales, coordinadores zonales, “chupa medias”, en fin; estamos a tiempo de empezar a querernos de a de veras. Es necesario limpiar la ciudad, el cantón, la provincia, el país.

Estamos a tiempo de dejar de ser ingenuos, la humildad no se logra gastándonos la plata del pueblo en acciones mediáticas pretendiendo disfrazar al diablo de ángel, cerrando los parques y poniéndoles piedras más caras aunque, probablemente talladas, mientras el adoquinado de las principales calles de la ciudad es un desastre, concluyendo el periodo de gestión del gobierno local sin aportar verdaderamente a la satisfacción de las necesidades y requerimientos de la población; o, al señor de los hervidos, disfrazarle de la noche a la mañana de trabajador.

Asunto pendiente, desenmascarar al chupacabras y la demagogia, ver la realidad. Los corruptos no devuelven los miles de millones que le asaltaron a la nación; el Presidente tiene la desfachatez de hacerse el bravucón, insinuando que no va a cumplir con el “mandato”. Solicita a gritos la revocatoria popular.

Es necesario solucionar los asuntos pendientes, estamos a tiempo.