6 de cada 10 mujeres denunciaron agresiones en Ibarra

La violencia contra el sexo femenino aumentó en varios cantones de Imbabura, igualando las cifras alarmantes de todo el Ecuador.

Redacción IBARRA

Mientras usted desayuna, almuerza, merienda y se alista para dormir, una mujer pone una denuncia por sufrir apuñalamiento, violación o diferentes tipos de maltrato. Ataques en contra de su integridad se registraron todo el año anterior, en un lapso aproximado de seis horas, cuatro ataques diarios. En total hubo 1.356 causas ingresadas al Consejo de la Judicatura de Imbabura en 2018. En estas se recogió violencia de género, física, sexual, simbólica, femicidio, económica y de patrimonio.

Andrea Cazar, delegada provincial de la institución, comenta que la cifra sería más alarmante si todas las mujeres ultrajadas revelaran ante las autoridades competentes los maltratos que sufren. “Muchas de ellas callan por temor”.

Concuerda en ello la psicóloga Mónica Rojas, especialista en el tema, señalando que no se debe silenciar los actos perniciosos. “Hay que denunciar para sentar precedentes y evidenciar la violencia que existe”. Menciona, además, que la sociedad y el agresor instalan sentimientos de culpa, vergüenza y miedo en las mujeres afectadas. Sumado al hecho de que las entidades estatales no están preparadas para acompañar a las personas víctimas de agresiones, se ahonda más el problema.

Los datos expuestos en la capital imbabureña, paradójicamente, aumentaron en un 26% en un solo año. En 2017 se registraron 1.073 causas ingresadas. Es decir, 283 casos nuevos empeoraron el periodo siguiente.

Actualidad

En el transcurso del mes de enero de 2019, se estima que hubo alrededor de 159 causas ingresadas por violencia contra la mujer y la familia. Mostrando un incremento crónico. Si en 2018 se calculaban cuatro denuncias diarias, ahora la cifra subió a cinco.

En estas estadísticas se encuentra Elvia B., que deambulaba escopolaminada, con la nariz ensangrentada en la vía a Lita. Incrementando los números aparece Francisca S., que fue violada en su propia casa por negarse a aceptar ser novia de un sujeto que la pretendía. Alargando la desdicha nos encontramos a Andry M., quien fue acuchillada en la cabeza por su conviviente; él hoy camina libre por las calles.

Nombres sueltos para unos. Datos y cifras para las estadísticas burocráticas que se engrosan a diario. Recordemos que después del femicidio de Diana Carolina, el presidente Lenín Moreno dijo que ese asesinato estaba dentro de las estadísticas.

Estadísticas que proyectan lo mal que estamos. La inoperancia y el desinterés normalizado desde el gobierno.

Imbabura

Llegó a casa con empujones. Zoila J.C. no entendía qué sucedía. Hace unos momentos estaba con su pareja divirtiéndose en una fiesta y ahora él la insultaba. El aire pesaba, el techo parecía encogerse, asfixiaba. Los ojos de su conviviente eran bolas de fuego. Las pupilas de ella se hundían en un mar desfallecido.

Entonces él, su novio, cogió un cuchillo. La amenazó. Mientras blandía el arma cortopunzante, ella supo que la intención de acabar con su vida era seria. ¿Por qué? No lo sabía. No lo entendía. Tenía solo una alternativa si no quería ser asesinada: saltar por la ventana y esperar no fallecer en el intento. Se tiró y, por cosas de la vida, no murió.

Este hecho que parece ficticio, ocurrió en Otavalo. Y como Zoila, hay más, muchas más. En este cantón, por ejemplo, en 2017 ingresaron 291 causas de violencia contra la mujer y la familia. Mientras en 2018, la cifra se incrementó en un 78% al tener 520 causas. Un auditorio de dos bandejas se llena solo con las personas afectadas de esta población.

En Antonio Ante también variaron en un 54% los números. Si en 2017 se registraron 124 causas, el año pasado tuvieron 191. En ambos cantones se registra que de cada 10 habitantes, cuatro mujeres acudieron a poner su denuncia. Y en Urcuquí, de cada 10, tres son las agraviadas.

Mónica Rojas indica que la población ha naturalizado la violencia con su accionar. Donde muchos creen que la mejor forma de solucionar conflictos es por medio de ataques. “A un niño se le dice: si él te golpea, tú dale más duro. Ahí uno piensa que actúa normal. Y no es así”.

En cuanto a los otros cantones de Imbabura, se observa una reducción minúscula. Urcuquí tuvo una baja del 2%. En 2017 se presentaron 74 casos. Mientras en 2018 hubo 72. Pimampiro, en cambio, en 2017 registró 30 denuncias y al año siguiente 21.

Nacional

En Ecuador, esta problemática social no es ajena. En todo el país se registra que de cada 10 mujeres, seis han sufrido distintos tipos de agresiones.

Una de estas sucedió en Quito en enero. Un grupo de tres jóvenes insertaron vasos, botellas de cerveza y palos de billar en las partes íntimas de una “amiga”, dentro de un bar. Este episodio de horror lo capturaron en un celular. Actuación doblemente atroz: proceder sin sentido y grabarlo, para quién sabe qué fines.

Según los datos levantado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), una de cada cuatro ha vivido violencia sexual. Y una de cada dos ha sufrido violencia psicológica.

En los primeros 35 días de este nuevo año, según datos de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida y Muertes Violentas (Dinased), seis mujeres fallecieron en relaciones de poder. Estos femicidios se registraron en Imbabura, Cotopaxi, Manabí, Guayas, Santo Domingo y Pichincha.

La violencia de género sobrepasa el 50% en todo Ecuador. Del total de víctimas, el 76% ha sido violentada por su actual o anterior pareja.

Cuando una mujer se siente a tu lado. O cuando te atienda una señorita en una tienda. O cuando saludes a tus hermanas, tías, primas y hermanas, deberías preguntarte si ellas forman parte de las estadísticas. O si lo harán en futuro próximo. Terrible, ¿verdad? (PTEG)

Cifra

1.086 causas contra la mujer y la familia se resolvieron en 2018 en Ibarra.

Dato

Violencia física es todo acto de fuerza que cause, daño, dolor o sufrimiento físico en las personas agredidas.

Profesional. Jorge Luis Cáceres, especialista en criminología.
Profesional. Jorge Luis Cáceres, especialista en criminología.

‘El agresor procura mermar toda la voluntad de la víctima’

Las alarmantes cifras de agresiones y femicidios preocupan a la sociedad. ¿Por qué se causa daño a un ser querido? ¿Por qué se asesina a una novia o a una esposa?

Jorge Luis Cáceres, especialista en criminología, habla con Diario La Hora acerca del perfil del agresor y la naturalización de la violencia.

¿Por qué cree que varias mujeres son agredidas por su ex o actual pareja?

Tiene que ver con la necesidad de poder y control que el hombre ejerce en las relaciones sentimentales. Está construcción deviene en la necesidad de establecer quién ocupa el centro de la relación con la finalidad de controlar, intimidar y castigar mediante el ejercicio del miedo.

¿Cómo se presenta estos síntomas de violencia?

De forma paulatina en algunos casos. El agresor procura mermar toda la voluntad de la víctima, quien no se va a reconocer como tal. Él normaliza una realidad, que a veces es invisibilizada por la sociedad. Aquí el victimario usa tácticas para aislar, abuso emocional, uso de niños (cuando tienen hijos), uso de situación económica a favor del hombre y amenazas.

¿Así se naturaliza la violencia en hogares?

El caso de la violencia doméstica es particular. En los últimos tiempos ha sufrido un viraje hacía la violencia de género para entender la dinámica del agresor. Que por lo general es el hombre.

¿Por qué él y no ella?

La estructura social y económica en la cual nos desenvolvemos, que es netamente capitalista, ha definido roles establecidos. Aquí el hombre, por lo general, cree tener derecho de posesión sobre la mujer y los demás miembros de la familia. Estos roles han ubicado a la mujer en labores domésticas, de crianza, de procreación, que no necesariamente están ligados a una remuneración económica o a un reconocimiento social. Conllevando al aislamiento de la mujer en el hogar.

¿Estos roles sociales modifican el comportamiento masculino?

Sí, porque su accionar tienen que ver con trabajo, dirección y reconocimiento por medio del factor económico. Estos supuestos privilegios que se le otorga hacen que crea que puede ejercer violencia física, psicológica o sexual en la pareja o su familia.

Con estos síntomas, ¿se puede saber si una persona es un potencial homicida?

Es muy complejo. Hay muchas teorías que apuntan al tema de los impulsos. Existen factores ecológicos y ambientales que podrían contribuir a la formación de ciertas características que en el futuro impida que una persona valore pros y contras de sus acciones delictivas. En el caso de un homicidio por violencia de género, al ser cíclica, sería el último eslabón de una larga construcción de sucesos violentos.