¿Qué pasará mañana?

Fue la frase pronunciada por mucha gente frente a las urnas. Denota la preocupación y hasta la angustia por el futuro de nuestro país.

Hace unas horas tuvimos en nuestras manos las papeletas y escogimos entre una multitud de opciones como nunca antes a los ciudadanos dispuestos a sacrificarse por el bien común. Estuvieron en la lid política nombres anónimos y en gran medida los aquellos obstinados patriotas que, ante el peso del deber, quieren repetirse las delicias del poder, pues aún no se han cumplido sus programas de acción en “beneficio de sus partidarios” o del ciudadano común que habita en su jurisdicción donde su presencia es imprescindible.

Las campañas proselitistas han sido aparentemente tranquilas y no han existido los exabruptos de la violencia física; pero por otra parte, han sido tremendas en las redes sociales, donde valientes desconocidos amparados por el anonimato han vertido mugre y veneno a raudales hasta el paroxismo de sus oscuras almas. Siempre ha existido esta clase de individuos panfletarios. Siempre su ominosa acción ha manchado los procesos eleccionarios y muchos candidatos han salido mal parados ingresando al vergonzante prontuario del descredito y la maledicencia.

Esa ha sido la tónica predomínate de nuestra “cultura democrática” parqueada en los vericuetos mediocres del pasado, lamentablemente escritos con tinta y aún con sangre en la historia nacional.

Sin duda Los triunfadores dela lid electoral estarán festejando su performance y recibiendo el abrazo estremecido de multiplicados partidarios que hasta ayer nunca aparecieron en campaña, aquellos que jamás manifestaron públicamente su adhesión al paladín triunfante, hoy flamante dueño del poder.

Los resultados se han dado, lo que espera la ciudadanía es el cumplimiento de las propuestas presentadas con vehemencia en las tarimas itinerantes durante 45 agitados días. ¡Ave César Imperator!