Qué aprendí

Ruby Estévez

Me dieron un buen tema para reflexionar y compartir. Todo paso que damos en esta vida siempre hay algo que aprender, lo encontramos fuera del hogar y otros dentro de este. La experiencia ha demostrado: que las personas más tranquilas en este mundo son las que viven ocupadas; que se necesita mucho amor, inteligencia y paciencia para vivir con alguien; aprendí que la pereza camina como una tortuga, tan despacio y que pronto alcanza la pereza; aprendí a aceptarme como soy y me ha ayudado a no sentirme sola; que si las cosas salen mal yo tengo que ir con ellas, que aunque la incomprensión corte mi risa, me levanto y vuelvo con más fuerza a empezar. No todo es color de rosa; por qué no aprender que todos podemos soportar las adversidades, así como también llegar a la prosperidad, si no es hoy a lo mejor será mañana, el arte de vencer se aprende de la derrota. En mi diario trajinar aprendí que las perlas más preciosas que existen en esta vida son las lágrimas, porque limpian el corazón; todos somos artífices de nuestra propia felicidad, dejando en el pasado lo que nos hace daño, lo que nos hace pasar noches de insomnio. Yo aprendí que, por culpa del estrés de este mundo tan agotador, inseguro, se me quita del rostro la sonrisa, pronto me di cuenta de que es saludable reír después de llorar, que es importante ser optimista en lugar de ser pesimista, que así como nos arreglamos todos los días el cabello, porqué no con una sonrisa darle vida al corazón, esa risa es como una descarga eléctrica que nos purifica. También aprendí que cuando salimos de vacaciones nos vamos “L” y llegamos “XL”, imposible después de esos buenos momentos no engordar. Conforme pasa la vida aprendí que no vale la pena esperar sentada toda la noche esperando que los hijos lleguen, eso no implica que ellos llegarán temprano y lo que tanto me preocupaba no sucedió. Que hermoso aprender que antes de pedir debo agradecer cada día todo lo que ya tengo; que toda solidaridad es una respuesta del corazón y la conciencia, que ayudando al que necesita, buscando el bien encontramos el nuestro y el de toda la familia. Aprendí que la tolerancia y el respeto es la base de una buena convivencia, que el amor rompe fronteras, sin él nada tiene sentido en este mundo. Todos anhelamos triunfar, pero logramos solo cuando actuamos con rectitud, voluntad, carácter, dominio de si mismo y mucha “fe”, el secreto está en la perseverancia. Se que tengo muchas cosas más por aprender y que no importa la edad que yo tenga.