La Semana Santa y la historia de sus particularidades

Misas. Durante todo el día y hasta la noche los fieles visitaban al Santísimo en las Iglesias, los Jueves Santo.
Misas. Durante todo el día y hasta la noche los fieles visitaban al Santísimo en las Iglesias, los Jueves Santo.
Misas. Durante todo el día y hasta la noche los fieles visitaban al Santísimo en las Iglesias, los Jueves Santo.
Misas. Durante todo el día y hasta la noche los fieles visitaban al Santísimo en las Iglesias, los Jueves Santo.

POR: Ramiro Ruiz R

¿Cuándo comenzó las procesiones y el culto a las imágenes? ¿Qué objetivo tenía? Hay muchas respuestas. Un de ellas está en el Documento de Erección del Obispado de Quito, de abril de 1546.

Contiene la adopción de los usos y costumbre de la Iglesia de Sevilla. La Iglesia de Quito acogió de la ciudad de Sevilla la celebración de la Semana Santa, que hasta la actualidad, es, la culminación del tiempo de Cuaresma. Así como en Quito se celebra las procesiones de Semana Santa, también se extendió esta celebración a las demás ciudades del Ecuador y del mundo, en especial de habla española.

En la Iglesia San Francisco de Quito estaba organizada la Cofradía de la Vera Cruz, desde fines del siglo XVI con cofrades españoles e indios. Cada grupo organizaba las procesiones que salían por las calles los miércoles y viernes de Cuaresma. Los miércoles, a cargo de los indios, desfilaba la procesión con los Pasos del Redentor. Cientos de católicos llevaban velas encendidas. Los viernes, después del sermón de la tarde, salía, en cambio, la procesión de los españoles.

El Domingo de Ramos iniciaba las ceremonias de la Semana Santa. En la Catedral y en todas las iglesias ponían las cruces del ritual. Se caracterizaba por la calidad de los ramos que los feligreses hacían bendecir y los trasladaban en la procesión.

Según Luis Cordero, estos ramos pertenecen a la familia de las Pandanáceas, que crecen en los Andes Orientales. Días antes del Domingo los indios vendían en el mercado atados de estas plantas, sus hojas largas y flexibles facilitaban para hacer hermosos tejidos. Hasta ahora la gente acostumbra llevar su ramo a la Iglesia para hacerlo bendecir, junto con manojos de romero y albahaca. Estos ramos benditos los guardan con piadosa devoción, para quemar algunas hojas cuando la tempestad de granizo amenaza destruir sementeras.

En algunos pueblos se dramatiza la entrada de Jesús en Jerusalén. La imagen del Salvador cabalgando en un burro, mientras la muchedumbre tiende los ramos en el suelo.

Miércoles Santo

Desde 1588 se estableció en el templo de Santo Domingo de Quito la cofradía del Rosario, dividida en tres ramas: de españoles, indios y negros.

Rodríguez de Ocampo señala: “Esta hermandad ha lucido y permanece muchos años, como se ha demostrado en las procesiones generales de los Miércoles Santo, cuando salen en procesión con insignias y cruces de la pasión de Nuestro Señor, gran número de penitentes, llevando con devoción más de 1.500 luces de cera. En la iglesia escuchan en recogimiento, solemnidad y silencio, sermones y demás oficios divinos.

Jueves Santo

La ceremonia del Jueves Santo se hacía con la elaboración del Monumento. En las iglesias se exponían el Santísimo. Los fieles visitaban la diversidad de Monumentos. La contextura del monumento fue reproducción de la Iglesia de Sevilla. Es célebre el monumento de la catedral sevillana, que según Ceán Bermúdez, lo diseñó Antonio Florentín en 1545 y terminó de construir en 1554.

Está aislado y tiene cuatro fachadas iguales, sobre la planta de cruz griega. Al centro se coloca la célebre custodia de plata de Juan Arce y la urna de oro, con la Sagrada Hostia.

Los primeros libros de cuentas del Cabildo confirman del arreglo del Monumento en la Catedral de Quito. Constan los gastos exigidos por la elaboración del altar. En el libro del año 1569, se lee: “Da por descargo que dio para el monumento resma y media de papel, costó siete pesos y medio”; “también da por descargo que dio para el monumento de la dicha iglesia tres libras de cardenillo, costó seis pesos”; “asimismo da por descargo que pagó por cien clavos de tillado para el monumento, dos pesos y medio”.

No había iglesia parroquial o conventual donde no se compusiera el Monumento de Jueves Santo. Durante todo el día y hasta la noche los fieles visitaban al Santísimo en las Iglesias. Sobre la antigüedad de esta costumbre hay testimonio escrito en San Francisco de 1552, donde se dispone a los alumnos, “que el Jueves Santo hagan procesión y se azoten y visiten los Monumentos y anden sus estaciones como la hacen”.

Viernes Santo

El Viernes Santo era célebre por la Procesión de la Soledad de la Virgen organizada por la Cofradía del Rosario establecida en Santo Domingo.

Rodríguez de Ocampo en su Relación de 1650 explica: “La hermandad (del Rosario) ha lucido y permanecido muchos años, como se ha demostrado con la gran procesión de la Soledad de Nuestra Señora, cofradía de españoles, que se ha hecho de muchos años a esta parte con la devoción, reverencia, luces, silencio, insignias de la pasión, sepulcro de la imagen de Nuestro Señor Difunto que ha dado memoria en todo este Reino de la veneración con que se ha celebrado y celebra cada Viernes Santo”.

Viernes Santo, desde medio día, en algunas iglesias ofrecía el Sermón de las Tres Horas. Es uno de los cultos que se conserva en los templos parroquiales. La cancelación del dinero al predicador se responsabilizaba el prioste nombrado por los cofrades cada año. Al fondo del presbiterio se componía la representación del Calvario. En la última de las siete palabras se quemaba el sol y la luna y ponían en movimiento la estructura de la compostura en el momento en que el orador anunciaba la muerte de Jesús.

Por la noche se predicaba el Sermón del Descendimiento, que en las parroquias rurales concluye con la dramatización cuando le bajaban de la Cruz la imagen del Señor para que descanse en brazos de María.

El Predicador dirigía desde el púlpito la actuación de los santos varones. Vestidos con albas desprendían, sucesivamente, la Corona, los clavos de las manos y los pies, y luego cargaban el cadáver del Señor Crucificado y lo llevaban a la vista de la Madre. Por fin le depositaban en el sepulcro.

Procesiones

Las procesiones de Semana Santa revivieron en Quito las escenas de los Pasos de Sevilla. Los escultores, o imagineros representaban los episodios de la Pasión de Cristo, la Negación de San Pedro, la Traición de Judas, el Ecce Homo, el Señor atado a la columna, la Madre Dolorosa, la Virgen de la Soledad, la Sábana Santa, los Santos Varones, las Marías, etc., fueron asuntos familiares que ejercitaron lo famosos artistas de la Escuela Quiteña como Diego de Robles, el Padre Carlos, Bernardo Legarda y Caspicara.

Algunos de estos motivos los bautizaron con un nombre popular y pasaron a ser objetos de culto a la piedad quiteña. No hay persona devota que no distinga la caracterización de la Virgen en sus nombres de Nuestra Señora de los Dolores, la Piedad y la Soledad.

La primera, Señora de los Dolores lleva las espadas de dolor clavadas en el corazón. La segunda, Piedad, tiene sobre su regazo el cadáver de Jesús. Con sus manos juntas en actitud de resignación, la tercera, Soledad, lamenta la orfandad que le ha dejado su hijo.