Nadie se libra

POR: Ruby Estévez

Que en algún momento el cuerpo le pase factura, llega la enfermedad como un ladrón, el rato que menos uno piensa de una manera cruel, extraña y silenciosa; en vano la lucha diaria por mantenerlo sano, ágil, adecuado para mantener los mandatos del espíritu.

Buscamos constantemente equilibrio y armonía de fuerzas para que nuestro organismo esté en perfecto funcionamiento, pero nada que ver, la enfermedad llega porque llega, cargada de dolor y angustia. Un sabio me puso a reflexionar el porqué de muchas enfermedades; es verdad, son producto de un conflicto entre la personalidad y el alma, el resfrío chorrea cuando el cuerpo no llora, la garganta se tapona cuando escondemos nuestras penas y tristezas, el estómago quema y arde cuando acumulamos ira, rabia y no consiguen salir, la diabetes invade y se apodera del cuerpo por demasiadas preocupaciones, angustias o cuando la soledad nos duele, el cuerpo engorda por tanta comida chatarra así como también cuando la insatisfacción aprieta, el dolor de cabeza es fuerte cuando las dudas y los problemas aumentan, el corazón duele cuando los golpes de la vida son fuertes, se afloja cuando sentimos que la vida parece terminar, la alergia aparece cuando estalla la debilidad y los nervios, los años se quiebran cuando la carrocería se mueve y las defensas están amenazadas, el pecho aprieta cuando el orgullo, la soberbia nos tiene esclavizados, la presión sube cuando nos asustamos y el miedo nos aprisiona, las neurosis detienen, paralizan cuando el niño interior no está quieto, la fiebre calienta cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad, las rodillas duelen cuando la prepotencia no se doblega, el cáncer mata cuando no perdonas, duele la espalda cuando cargas una conciencia negra y cuando dolores callados se dan vuelta en nuestro cuerpo. Si la miramos desde otra óptica la enfermedad no es mala del todo, nos avisa y alerta lo malo que estamos haciendo.

Nunca olvidemos que el camino de la felicidad no es recto, tiene curvas llamadas equivocaciones, mientras avanzamos miramos en el horizonte luces de precaución llamadas familia, un árbol grande para apoyarnos llamado amigo, con una fuerza poderosa que se llama decisión, miramos el cielo y vemos una paloma blanca que nos llena de amor, trae consigo un seguro para todos que se llama fe con abundante perfume que se llama paciencia, pero sobre todo tenemos la mirada de un gran experto que desde arriba nos ayuda a sobrellevar nuestra propia enfermedad.