Azúcar Negra

VÍCTOR HUGO PORTOCARRERO DE LA TORRE

No es refinada, ka, seria blanca tam; un trozo de raspadura lleva como su corazón, el veneno no le ha tocado, por eso conserva su color. Azúcar blanca no es, sus brazos fueron la caña de la que exprimió el trapiche, toda la sangre de la zafra, que blanca no es.

Un trozo de raspadura em ve de corazo. ¡Dura parece! pero al mirar el recuerdo del amor florecido en el Coangue, un rio inmenso explota a raudales inundando todo su ser; el hijo perdido, que la vorágine refinada, quiso en acto cobarde apagar, para luego correr, y ante los ojos de sus hermanos, intentar bajar los ángeles de las catedrales, para desde allí decir que lo tenía bien merecido, negro es.

El amor florecido, le convirtió en Padre, un Padre negro. Como la buena raspadura, azúcar blanca no es, y al mirar el amor florecido, negra es la vida vivida, negra es su pasión, negra el alma, ¡negra! era la felicidad de su hijo amado, de su hijo…

La justicia refinada, se ha declarado en deliberación permanente, no sé qué significa, pero dicen que es ciega. Ahora entiendo, porque cuando cae su “mazo”, es a nuestro pueblo al que más duele.

No es refinada, ka, seria blanca tam; un trozo de raspadura lleva como su corazón, el veneno no le ha tocado, por eso conserva su color.

Azúcar negra; con cada mirada, y la gracia de un vaivén; raspadura negra, Padre también. Siente como el que más su corazón negro, la tiranía del veneno no lo transformó. En tanto, el “patrón refinado” escondía el oro, mataban al negro, acto cobarde que encubre el hecho.

Un Padre, espera su corazón no reviente, para que ni siquiera, espuma blanca salga; lo quiere ver nítido. En su adentro, negro de negritud bella, brillante como el universo, brillante como el amor, hecho con azúcar negra, fruto de su corazón.

No es refinada, ka, seria blanca tam.