Distraída estaba la Luna

Bailó en los brazos de Yemanyá, luciendo un manto blanco en medio de la noche; se lució entera, estaba distraída, feliz se remontó hacia las estrellas y brillaba fresca, adorable.

Hermosa, entre las copas de las montañas levantadas hacia ella, también luciendo su belleza iluminada en una majestuosa estela sensual, que encantaba, partiendo la oscuridad y abriendo el camino.

Distraída, dejó ver la inmensidad, nacidos para ser libres, danzar con ella, y acompañar la noche; de su vientre, el sonido del tambor. Yemanyá se deja sentir y escuchar, bembé que armoniza el corazón; profundo, se agita el pecho y la voz surge para llamarla, con cada palma, Pam, pam, pam, Pam, Uh. Suena desde dentro, y la danza surge.

Distraída estaba la luna, hermosa, y Yemanyá, sobria en su belleza, suave movimiento, las olas de su cadera, murmuran paz, tranquilidad; distraída. Sin embargo la tempestad aguarda, allí esta, esperando entrar a partir el alma nuevamente, para en intenso haz de luz, romper la noche, encender la llama.

Shangó a la orilla espera, siente la briza, y su fuego se agita, jamás había visto tanta elocuencia. Yemanyá lo refresca, para que se levante, para que ande, para que funda la tierra y rompa las cadenas, iluminando juntos la aurora; despertar ansiado, aunque la dulce calma encanta.

Pam, Pam, Pam, Pam, a paso firme, la llama intensa la braza se alista, en tanto distraída al otro lado, fresca esperará el final, para que en su regazo, posemos nuestra sien, que será limpiada después de la batalla.

Octubre se acerca, levantar el pecho y con él, el alma; Olorum, nos dará la señal, y allí deberemos unirnos pueblo y orishas; liberar el camino, bembé que evoca, la hazaña primera. Las palmas se juntan y suenan, Pam, Pam, Pam , Pam Pam, Pam, Pam; Pam. Un nuevo día.