Contaminación visual

POR: José Albuja Chaves

Proponiéndonos un recorrido sereno y pausado, tomando como guías los ejes que marcan el Centro Histórico de Ibarra, caminando desde el ingreso sur-este por la avenida Mariano Acosta, y sorteando el peligro permanente que representa el tráfico en doble sentido por esta vía que enlaza con la panamericana sur, sumando la existencia de semáforos desordenados en su cronológico y adecuado funcionamiento que más se dirige a facilitar la fluidez motorizada que a proteger al peatón como ser humano, y ejercitando saltitos y brincos para evitar los obstáculos “permitidos” en aceras generosas en oquedades, desniveles y relieves de conmiseración, a lo que se suman las evidencias biológicas de los perros callejeros y mascotas que obran de lubricante natural, vamos advirtiendo que nuestra concentración de pronto cobra un desvío y lo que hacemos es ir leyendo un sinnúmero de mensajes ubicados en las avenidas longitudinales y transversales que enceguecen y deslumbran como fruto de una promoción mercantil ominosa.

Es tan explícita una gavilla de rótulos monumentales en el centro de los parterres que los de los pequeños negocios apilados a cada paso son una miniatura que pasan como las hojas del viento. Y esto sumado a las épocas electorales con una creatividad sin límites para gastar dineros públicos de agache bajo la figura de información de obritas, asunto plenamente permitido por las propias instancias llamadas a controlar tamaña agresión humana, conlleva a experimentar una depresión personal y masiva que ya es parte de nuestra rutina diaria y vivencial.

Ibarra está dotada de hermosos rincones tradicionales, de bienes patrimoniales de fruición que oxigenan a ratos nuestro tormento, pero nadie afronta la gran contaminación visual que exhalan morbosos elementos empotrados con toda anuencia, y somos poderosos sacando a pecho que disponemos de la ciudad más descontaminada del país, con el aire más puro…

¿Hasta cuándo se formulan políticas municipales de continuidad que aborden el respeto a la naturaleza, al ser humano, a su libre discurrir y a mirar y esbozar emociones por una ciudad limpia, depurada, segura que nos “regalan” los administradores?