Objeciones que se revelan decisivas

Hay algo de indudable interés cívico: la discusión de las doctrinas y creencias más sólidamente establecidas. Tal cosa debería ocurrir con las recientes decisiones de la Asamblea Nacional, respecto a la negativa a la despenalización del aborto en caso de violación, entre otras reformas al Código Penal. Dilucidar quién se abstuvo o no asistió a la sesión que decidió el asunto no es el problema.

El uso medicinal del cannabis es el otro “gran tema” abordado por el parlamento, que ante el primero pasó a un segundo plano. Los prejuicios, al parecer se echaron de lado. No siempre son los grandes especialistas los más capaces de cuestionar el pensar tradicional. Suelen saber demasiado como para arriesgarse a objeciones o preguntas elementales, pero que se revelan decisivas.

¿Cómo controlar su cultivo? ¿Y las importaciones, teniendo una frontera con un potente productor? ¿Quién y cómo se distribuirán los medicamentos derivados de la marihuana en un país donde casi cualquier cosa se compra en las farmacias sin recetas médicas? La solución salomónica fue que Salud Pública regule el tema. Aquí paz y en el cielo gloria.

Insultos, bromas atroces, calumnias y noticias falsas están en el orden del día. El diálogo social, inclusivo y no excluyente no está en ese prontuario. Son campos minados por los prejuicios de poderosos y vocingleros grupos. Discutir una opinión es zarandearla y someterla a tirones constantes, a fin de ver si está bien enraizada en la realidad o es simplemente superficial, bonita y aparente. Eso nos falta en la Asamblea y también en nuestra sociedad.


La razón no me ha enseñado nada. Todo lo que sé me ha sido dado por el corazón”. Leon Tolstoi Escritor ruso (1828-1910)

La razón se compone de verdades que hay que decir y verdades que hay que callar”. Conde de Rivarol Escritor francés (1753-1801)