Los rescoldos aún queman

POR: Mariana Guzmán Villena

Que momentos tan difíciles y duros vivimos los ecuatorianos como consecuencia de la promulgación del Decreto Nº 883, en el que, como se analizaba en publicación anterior, se incrementaba el costo de ciertos combustibles. Fue suficiente para que estallen las manifestaciones de personas que no estuvieron de acuerdo con las medidas económicas adoptadas; la paralización de los servicios de transporte fue inmediata, quienes no poseen vehículos debían recorrer largos trayectos hasta llegar principalmente a sus sitios de trabajo, expuestos al ataque inmisericorde de sujetos despreciables. Los que cuentan con sus carros propios igual se arriesgaban a ser objeto de agresiones y daños a su bien, ya que los supuestos manifestantes estaban armados de palos, piedras y otros objetos peligrosos.

A través del televisor y otros medios digitales mirábamos no solo con asombro si no hasta con atisbos de miedo, como incendiaban llantas, como disparaban gases lacrimógenos, botellas llenas de material inflamable, así como la enconada violencia y el saqueo, destrucción e incendio de las edificaciones de la Contraloría General del Estado, del canal Teleamazonas, del Diario “El Comercio” y otros inmuebles más. En Ibarra se dio similar situación con la sede de la Gobernación de Imbabura. Ante estos actos vandálicos, terroristas, no cabe otra expresión, un representante de las nacionalidades indígenas a nombre de todas ellas, exculpó de toda responsabilidad a sus participantes, manifestando claramente que los autores de la depredación son elementos humanos contratados por los que dilapidaron nuestro dinero en la década pasada. ¿Qué hay de verdad no solo en esta aclaración si no además en los comentarios que se difundieron al respecto? Justamente la ciudadanía los conceptúa de certeros. Claramente a través de videos cualquier ecuatoriano conjeturó que los infiltrados extranjeros promovidos por funestos personajes políticos nacionales y del país que aún no madura, se aprovecharon de la situación de rechazo para promover la rapacería, el caos, hasta con la pérdida de vidas humanas. ¿Qué motivó la feroz destrucción de la Contraloría? ¿Cómo así de esta institución controladora de los bienes y dineros del Estado? ¿Qué pretendían? Los ciudadanos nos respondemos quedamente que las razones son elocuentes.

Quienes suscitaron el sabotaje, ya identificados, se erguían como los salvadores de nuestra patria, proferían que su lucha política es a favor del pueblo. Que descaro, ya desenmascarados el discurso se ha transformado. Pobrecitos. Hoy son perseguidos políticos.

POR: Mariana Guzmán Villena

Que momentos tan difíciles y duros vivimos los ecuatorianos como consecuencia de la promulgación del Decreto Nº 883, en el que, como se analizaba en publicación anterior, se incrementaba el costo de ciertos combustibles. Fue suficiente para que estallen las manifestaciones de personas que no estuvieron de acuerdo con las medidas económicas adoptadas; la paralización de los servicios de transporte fue inmediata, quienes no poseen vehículos debían recorrer largos trayectos hasta llegar principalmente a sus sitios de trabajo, expuestos al ataque inmisericorde de sujetos despreciables. Los que cuentan con sus carros propios igual se arriesgaban a ser objeto de agresiones y daños a su bien, ya que los supuestos manifestantes estaban armados de palos, piedras y otros objetos peligrosos.

A través del televisor y otros medios digitales mirábamos no solo con asombro si no hasta con atisbos de miedo, como incendiaban llantas, como disparaban gases lacrimógenos, botellas llenas de material inflamable, así como la enconada violencia y el saqueo, destrucción e incendio de las edificaciones de la Contraloría General del Estado, del canal Teleamazonas, del Diario “El Comercio” y otros inmuebles más. En Ibarra se dio similar situación con la sede de la Gobernación de Imbabura. Ante estos actos vandálicos, terroristas, no cabe otra expresión, un representante de las nacionalidades indígenas a nombre de todas ellas, exculpó de toda responsabilidad a sus participantes, manifestando claramente que los autores de la depredación son elementos humanos contratados por los que dilapidaron nuestro dinero en la década pasada. ¿Qué hay de verdad no solo en esta aclaración si no además en los comentarios que se difundieron al respecto? Justamente la ciudadanía los conceptúa de certeros. Claramente a través de videos cualquier ecuatoriano conjeturó que los infiltrados extranjeros promovidos por funestos personajes políticos nacionales y del país que aún no madura, se aprovecharon de la situación de rechazo para promover la rapacería, el caos, hasta con la pérdida de vidas humanas. ¿Qué motivó la feroz destrucción de la Contraloría? ¿Cómo así de esta institución controladora de los bienes y dineros del Estado? ¿Qué pretendían? Los ciudadanos nos respondemos quedamente que las razones son elocuentes.

Quienes suscitaron el sabotaje, ya identificados, se erguían como los salvadores de nuestra patria, proferían que su lucha política es a favor del pueblo. Que descaro, ya desenmascarados el discurso se ha transformado. Pobrecitos. Hoy son perseguidos políticos.

POR: Mariana Guzmán Villena

Que momentos tan difíciles y duros vivimos los ecuatorianos como consecuencia de la promulgación del Decreto Nº 883, en el que, como se analizaba en publicación anterior, se incrementaba el costo de ciertos combustibles. Fue suficiente para que estallen las manifestaciones de personas que no estuvieron de acuerdo con las medidas económicas adoptadas; la paralización de los servicios de transporte fue inmediata, quienes no poseen vehículos debían recorrer largos trayectos hasta llegar principalmente a sus sitios de trabajo, expuestos al ataque inmisericorde de sujetos despreciables. Los que cuentan con sus carros propios igual se arriesgaban a ser objeto de agresiones y daños a su bien, ya que los supuestos manifestantes estaban armados de palos, piedras y otros objetos peligrosos.

A través del televisor y otros medios digitales mirábamos no solo con asombro si no hasta con atisbos de miedo, como incendiaban llantas, como disparaban gases lacrimógenos, botellas llenas de material inflamable, así como la enconada violencia y el saqueo, destrucción e incendio de las edificaciones de la Contraloría General del Estado, del canal Teleamazonas, del Diario “El Comercio” y otros inmuebles más. En Ibarra se dio similar situación con la sede de la Gobernación de Imbabura. Ante estos actos vandálicos, terroristas, no cabe otra expresión, un representante de las nacionalidades indígenas a nombre de todas ellas, exculpó de toda responsabilidad a sus participantes, manifestando claramente que los autores de la depredación son elementos humanos contratados por los que dilapidaron nuestro dinero en la década pasada. ¿Qué hay de verdad no solo en esta aclaración si no además en los comentarios que se difundieron al respecto? Justamente la ciudadanía los conceptúa de certeros. Claramente a través de videos cualquier ecuatoriano conjeturó que los infiltrados extranjeros promovidos por funestos personajes políticos nacionales y del país que aún no madura, se aprovecharon de la situación de rechazo para promover la rapacería, el caos, hasta con la pérdida de vidas humanas. ¿Qué motivó la feroz destrucción de la Contraloría? ¿Cómo así de esta institución controladora de los bienes y dineros del Estado? ¿Qué pretendían? Los ciudadanos nos respondemos quedamente que las razones son elocuentes.

Quienes suscitaron el sabotaje, ya identificados, se erguían como los salvadores de nuestra patria, proferían que su lucha política es a favor del pueblo. Que descaro, ya desenmascarados el discurso se ha transformado. Pobrecitos. Hoy son perseguidos políticos.

POR: Mariana Guzmán Villena

Que momentos tan difíciles y duros vivimos los ecuatorianos como consecuencia de la promulgación del Decreto Nº 883, en el que, como se analizaba en publicación anterior, se incrementaba el costo de ciertos combustibles. Fue suficiente para que estallen las manifestaciones de personas que no estuvieron de acuerdo con las medidas económicas adoptadas; la paralización de los servicios de transporte fue inmediata, quienes no poseen vehículos debían recorrer largos trayectos hasta llegar principalmente a sus sitios de trabajo, expuestos al ataque inmisericorde de sujetos despreciables. Los que cuentan con sus carros propios igual se arriesgaban a ser objeto de agresiones y daños a su bien, ya que los supuestos manifestantes estaban armados de palos, piedras y otros objetos peligrosos.

A través del televisor y otros medios digitales mirábamos no solo con asombro si no hasta con atisbos de miedo, como incendiaban llantas, como disparaban gases lacrimógenos, botellas llenas de material inflamable, así como la enconada violencia y el saqueo, destrucción e incendio de las edificaciones de la Contraloría General del Estado, del canal Teleamazonas, del Diario “El Comercio” y otros inmuebles más. En Ibarra se dio similar situación con la sede de la Gobernación de Imbabura. Ante estos actos vandálicos, terroristas, no cabe otra expresión, un representante de las nacionalidades indígenas a nombre de todas ellas, exculpó de toda responsabilidad a sus participantes, manifestando claramente que los autores de la depredación son elementos humanos contratados por los que dilapidaron nuestro dinero en la década pasada. ¿Qué hay de verdad no solo en esta aclaración si no además en los comentarios que se difundieron al respecto? Justamente la ciudadanía los conceptúa de certeros. Claramente a través de videos cualquier ecuatoriano conjeturó que los infiltrados extranjeros promovidos por funestos personajes políticos nacionales y del país que aún no madura, se aprovecharon de la situación de rechazo para promover la rapacería, el caos, hasta con la pérdida de vidas humanas. ¿Qué motivó la feroz destrucción de la Contraloría? ¿Cómo así de esta institución controladora de los bienes y dineros del Estado? ¿Qué pretendían? Los ciudadanos nos respondemos quedamente que las razones son elocuentes.

Quienes suscitaron el sabotaje, ya identificados, se erguían como los salvadores de nuestra patria, proferían que su lucha política es a favor del pueblo. Que descaro, ya desenmascarados el discurso se ha transformado. Pobrecitos. Hoy son perseguidos políticos.