Con OEA o sin OEA

“No debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador, a petición y aceptación de las partes en conflicto”, sostuvo Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México.  Por su parte, Alberto Fernández, Presidente de Argentina, afirmó, rotundamente, que los años del gobierno de Donald Trump (2017-2021) en Estados Unidos «hicieron que la OEA no fuera un lugar de encuentro para América Latina”, sino «una suerte de escuadrón de gendarmería para avanzar sobre los gobiernos populares». Cuánta razón tienen los dos presidentes que han interpretado, con fidelidad, el pensamiento de millones de latinoamericanos conscientes de que la OEA es un instrumento de dominación imperial impuesto por Estados Unidos.

La Organización de Estados Americanos (OEA) fue un proyecto que, después de la II Guerra Mundial, en  1948, implementó Estados Unidos y provocó una reunión de cancilleres que se realizó en Bogotá, capital de Colombia. Allí se suscribió la Carta de la OEA que entró en vigencia en diciembre de 1951, con el objetivo de lograr en sus “Estados miembros, como lo estipula el Artículo 1 de la Carta, un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia”

La OEA es un apéndice de la Casa Blanca. Almagro patentizó su dependencia, sin recordar que, en agosto de 1960, se realizó la VII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores contra Cuba. En 1962, en Uruguay, la OEA expulsó a Cuba. En la década de los 60, el grito latinoamericano fue: “Con OEA o sin OEA ganaremos la pelea”. Ahora se debe sepultar a la OEA y fortalecer a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe -CELAC-.