100 años de anécdotas y sonrisas

VIDA. Entre los gustos de Esperanza Martínez siempre estuvo la lectura y escritura.
VIDA. Entre los gustos de Esperanza Martínez siempre estuvo la lectura y escritura.
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VIDA. Entre los gustos de Esperanza Martínez siempre estuvo la lectura y escritura.
VIDA. Entre los gustos de Esperanza Martínez siempre estuvo la lectura y escritura.
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VIDA. Entre los gustos de Esperanza Martínez siempre estuvo la lectura y escritura.

Ibarra

Un centenario es una cifra extensa, única, memorable. Pasan tantos hechos que serían difíciles reunir en unas imágenes o líneas de texto. Sin embargo, en el hogar de Esperanza Martínez se intenta sintetizar los momentos más amenos.

En medio de las fotografías de su vida, colgadas en la sala de su casa, de la alegría de los cachorros que juguetean con el césped, de la sonrisa de su hijo, hija y nieta que le acompañan una tarde de noviembre, ella cuenta sobre sus primeros años.

Dice, por ejemplo, que en Huaca (Carchi) vivió con su abuelito, Leopoldo Ruiz. Que las primeras calles construidas fueron de San Gabriel a Huaca y de Huaca a Tulcán. Que de niña jugaba a las muñecas. “Ya cuánto tiempo”, suelta en un momento. Y agrega que su profesora se llamaba Zoila, “como mamita”.

Esperanza, acostada en una camilla, cuenta estos detalles, mientras sus familiares complementan datos, como que hoy, por ejemplo, cumple 100 años. Entonces ella escucha las voces a su alrededor y sigue con su ímpetu por preguntar, por conocer, por saber. “¿Quién es usted?”, le dice en un momento al periodista de Diario La Hora, que se ha sentado a su lado y quiere saber más sobre su vida y su época.

Detalles de juventud

Jorge Vanegas Martínez tiene 60 años y es el penúltimo hijo de Esperanza. En total son 10 hermanos y a todos, comenta, los crió bien. “En una mano el cariño y en otra el rigor, siempre nos decía mi mamá”.

Añade que su madre nació el 05 de diciembre de 1919, en Tulcán, pero luego viajó a Huaca y vivió en este cantón hasta los 17 años. Actualmente residen en San Antonio de Ibarra.

“Mi mamá estudió en Huaca hasta cuarto grado, porque fue huérfana a la edad de ocho años. Su abuelito, Leopoldo Ruiz, fue de los montoneros de Alfaro, tenía el carácter fuerte y la sacó de la escuela. Pero a ella le gustaba escribir, leer e intervenir en actos públicos”. El hijo agrega que en Carchi su madre conoció a su papá, cuando él, un imbabureño, fue a pintar la iglesia. Ahí nació el romance que llegó luego hasta San Antonio de Ibarra, donde reside actualmente.

“Cuando se casó, se dedicó a las labores del hogar, a cuidar a sus hijos. Antes todo lo que se consumía en el hogar, en alimentación, era producido aquí. A mi mami le gustaba cosechar, criaba chanchos”, menciona.

Momentos únicos

Daniela Vanegas Martínez tiene 18 años, es estudiante universitaria y la última nieta de Esperanza. Ella tiene un dibujo en el antebrazo, que parece una rama que crece y se ambienta con el hogar. Además, tiene una memoria prodigiosa. Menciona, por ejemplo, que conoció la casa de su abuela, en Huaca, pero solo por fuera.

“Es una casa colonial, con balcones y ventanas en la parte de arriba. Por atrás tenía terreno, donde había ganado, ovejas, burros. Está diagonal a la iglesia”. Luego, comenta que cuando era niña y su madre la regañaba por no comer, su abuelita, que siempre usaba un poncho largo, la tapaba para que ya no le digan nada.

“Yo conversé con mi abuelita hasta que perdió la audición, hace dos años. Toda la vida conversé con ella porque yo llegaba de la escuela e iba a almorzar y estaba mi abuelita ahí y nos quedábamos conversando solas. Me contaba de su vida y, a veces, jugábamos ‘jenga’ mientras terminábamos de comer”, relata.

Actualidad

Sonia Venegas tiene 56 años, es la última hija y ayuda a cuidarla en casa. Menciona que hoy se turna con dos hermanos y su sobrina. Mientras que el resto de sus parientes, que viven en Portoviejo y Quito, cuando llegan a Ibarra, van a visitarla y ver en qué le pueden ayudar.

“Cuando mi mamá cumplió los 90 años, le festejamos en Ibarra. Mi mamá estaba muy feliz porque vinieron todos sus hijos. Y ese cumpleaños lo recuerda mucho. Cuando vienen sus hijos se pone muy contenta porque le gustaba atenderles”, dice Sonia. Y, aún sonriente, cuenta que de los 10 hermanos solo son dos mujeres, por lo que cuando se casó su hermana mayor, su madre lloró mucho.

“Era su primera hija y era muy apegada. Le quiere mucho y no quería que se case”, suelta entre risas. (PTEG)

TOME NOTA

Esperanza Martínez cumple hoy 100 años. Ella nació en Tulcán, en 1919. Actualmente reside en San Antonio de Ibarra.

Ibarra

Un centenario es una cifra extensa, única, memorable. Pasan tantos hechos que serían difíciles reunir en unas imágenes o líneas de texto. Sin embargo, en el hogar de Esperanza Martínez se intenta sintetizar los momentos más amenos.

En medio de las fotografías de su vida, colgadas en la sala de su casa, de la alegría de los cachorros que juguetean con el césped, de la sonrisa de su hijo, hija y nieta que le acompañan una tarde de noviembre, ella cuenta sobre sus primeros años.

Dice, por ejemplo, que en Huaca (Carchi) vivió con su abuelito, Leopoldo Ruiz. Que las primeras calles construidas fueron de San Gabriel a Huaca y de Huaca a Tulcán. Que de niña jugaba a las muñecas. “Ya cuánto tiempo”, suelta en un momento. Y agrega que su profesora se llamaba Zoila, “como mamita”.

Esperanza, acostada en una camilla, cuenta estos detalles, mientras sus familiares complementan datos, como que hoy, por ejemplo, cumple 100 años. Entonces ella escucha las voces a su alrededor y sigue con su ímpetu por preguntar, por conocer, por saber. “¿Quién es usted?”, le dice en un momento al periodista de Diario La Hora, que se ha sentado a su lado y quiere saber más sobre su vida y su época.

Detalles de juventud

Jorge Vanegas Martínez tiene 60 años y es el penúltimo hijo de Esperanza. En total son 10 hermanos y a todos, comenta, los crió bien. “En una mano el cariño y en otra el rigor, siempre nos decía mi mamá”.

Añade que su madre nació el 05 de diciembre de 1919, en Tulcán, pero luego viajó a Huaca y vivió en este cantón hasta los 17 años. Actualmente residen en San Antonio de Ibarra.

“Mi mamá estudió en Huaca hasta cuarto grado, porque fue huérfana a la edad de ocho años. Su abuelito, Leopoldo Ruiz, fue de los montoneros de Alfaro, tenía el carácter fuerte y la sacó de la escuela. Pero a ella le gustaba escribir, leer e intervenir en actos públicos”. El hijo agrega que en Carchi su madre conoció a su papá, cuando él, un imbabureño, fue a pintar la iglesia. Ahí nació el romance que llegó luego hasta San Antonio de Ibarra, donde reside actualmente.

“Cuando se casó, se dedicó a las labores del hogar, a cuidar a sus hijos. Antes todo lo que se consumía en el hogar, en alimentación, era producido aquí. A mi mami le gustaba cosechar, criaba chanchos”, menciona.

Momentos únicos

Daniela Vanegas Martínez tiene 18 años, es estudiante universitaria y la última nieta de Esperanza. Ella tiene un dibujo en el antebrazo, que parece una rama que crece y se ambienta con el hogar. Además, tiene una memoria prodigiosa. Menciona, por ejemplo, que conoció la casa de su abuela, en Huaca, pero solo por fuera.

“Es una casa colonial, con balcones y ventanas en la parte de arriba. Por atrás tenía terreno, donde había ganado, ovejas, burros. Está diagonal a la iglesia”. Luego, comenta que cuando era niña y su madre la regañaba por no comer, su abuelita, que siempre usaba un poncho largo, la tapaba para que ya no le digan nada.

“Yo conversé con mi abuelita hasta que perdió la audición, hace dos años. Toda la vida conversé con ella porque yo llegaba de la escuela e iba a almorzar y estaba mi abuelita ahí y nos quedábamos conversando solas. Me contaba de su vida y, a veces, jugábamos ‘jenga’ mientras terminábamos de comer”, relata.

Actualidad

Sonia Venegas tiene 56 años, es la última hija y ayuda a cuidarla en casa. Menciona que hoy se turna con dos hermanos y su sobrina. Mientras que el resto de sus parientes, que viven en Portoviejo y Quito, cuando llegan a Ibarra, van a visitarla y ver en qué le pueden ayudar.

“Cuando mi mamá cumplió los 90 años, le festejamos en Ibarra. Mi mamá estaba muy feliz porque vinieron todos sus hijos. Y ese cumpleaños lo recuerda mucho. Cuando vienen sus hijos se pone muy contenta porque le gustaba atenderles”, dice Sonia. Y, aún sonriente, cuenta que de los 10 hermanos solo son dos mujeres, por lo que cuando se casó su hermana mayor, su madre lloró mucho.

“Era su primera hija y era muy apegada. Le quiere mucho y no quería que se case”, suelta entre risas. (PTEG)

TOME NOTA

Esperanza Martínez cumple hoy 100 años. Ella nació en Tulcán, en 1919. Actualmente reside en San Antonio de Ibarra.

Ibarra

Un centenario es una cifra extensa, única, memorable. Pasan tantos hechos que serían difíciles reunir en unas imágenes o líneas de texto. Sin embargo, en el hogar de Esperanza Martínez se intenta sintetizar los momentos más amenos.

En medio de las fotografías de su vida, colgadas en la sala de su casa, de la alegría de los cachorros que juguetean con el césped, de la sonrisa de su hijo, hija y nieta que le acompañan una tarde de noviembre, ella cuenta sobre sus primeros años.

Dice, por ejemplo, que en Huaca (Carchi) vivió con su abuelito, Leopoldo Ruiz. Que las primeras calles construidas fueron de San Gabriel a Huaca y de Huaca a Tulcán. Que de niña jugaba a las muñecas. “Ya cuánto tiempo”, suelta en un momento. Y agrega que su profesora se llamaba Zoila, “como mamita”.

Esperanza, acostada en una camilla, cuenta estos detalles, mientras sus familiares complementan datos, como que hoy, por ejemplo, cumple 100 años. Entonces ella escucha las voces a su alrededor y sigue con su ímpetu por preguntar, por conocer, por saber. “¿Quién es usted?”, le dice en un momento al periodista de Diario La Hora, que se ha sentado a su lado y quiere saber más sobre su vida y su época.

Detalles de juventud

Jorge Vanegas Martínez tiene 60 años y es el penúltimo hijo de Esperanza. En total son 10 hermanos y a todos, comenta, los crió bien. “En una mano el cariño y en otra el rigor, siempre nos decía mi mamá”.

Añade que su madre nació el 05 de diciembre de 1919, en Tulcán, pero luego viajó a Huaca y vivió en este cantón hasta los 17 años. Actualmente residen en San Antonio de Ibarra.

“Mi mamá estudió en Huaca hasta cuarto grado, porque fue huérfana a la edad de ocho años. Su abuelito, Leopoldo Ruiz, fue de los montoneros de Alfaro, tenía el carácter fuerte y la sacó de la escuela. Pero a ella le gustaba escribir, leer e intervenir en actos públicos”. El hijo agrega que en Carchi su madre conoció a su papá, cuando él, un imbabureño, fue a pintar la iglesia. Ahí nació el romance que llegó luego hasta San Antonio de Ibarra, donde reside actualmente.

“Cuando se casó, se dedicó a las labores del hogar, a cuidar a sus hijos. Antes todo lo que se consumía en el hogar, en alimentación, era producido aquí. A mi mami le gustaba cosechar, criaba chanchos”, menciona.

Momentos únicos

Daniela Vanegas Martínez tiene 18 años, es estudiante universitaria y la última nieta de Esperanza. Ella tiene un dibujo en el antebrazo, que parece una rama que crece y se ambienta con el hogar. Además, tiene una memoria prodigiosa. Menciona, por ejemplo, que conoció la casa de su abuela, en Huaca, pero solo por fuera.

“Es una casa colonial, con balcones y ventanas en la parte de arriba. Por atrás tenía terreno, donde había ganado, ovejas, burros. Está diagonal a la iglesia”. Luego, comenta que cuando era niña y su madre la regañaba por no comer, su abuelita, que siempre usaba un poncho largo, la tapaba para que ya no le digan nada.

“Yo conversé con mi abuelita hasta que perdió la audición, hace dos años. Toda la vida conversé con ella porque yo llegaba de la escuela e iba a almorzar y estaba mi abuelita ahí y nos quedábamos conversando solas. Me contaba de su vida y, a veces, jugábamos ‘jenga’ mientras terminábamos de comer”, relata.

Actualidad

Sonia Venegas tiene 56 años, es la última hija y ayuda a cuidarla en casa. Menciona que hoy se turna con dos hermanos y su sobrina. Mientras que el resto de sus parientes, que viven en Portoviejo y Quito, cuando llegan a Ibarra, van a visitarla y ver en qué le pueden ayudar.

“Cuando mi mamá cumplió los 90 años, le festejamos en Ibarra. Mi mamá estaba muy feliz porque vinieron todos sus hijos. Y ese cumpleaños lo recuerda mucho. Cuando vienen sus hijos se pone muy contenta porque le gustaba atenderles”, dice Sonia. Y, aún sonriente, cuenta que de los 10 hermanos solo son dos mujeres, por lo que cuando se casó su hermana mayor, su madre lloró mucho.

“Era su primera hija y era muy apegada. Le quiere mucho y no quería que se case”, suelta entre risas. (PTEG)

TOME NOTA

Esperanza Martínez cumple hoy 100 años. Ella nació en Tulcán, en 1919. Actualmente reside en San Antonio de Ibarra.

Ibarra

Un centenario es una cifra extensa, única, memorable. Pasan tantos hechos que serían difíciles reunir en unas imágenes o líneas de texto. Sin embargo, en el hogar de Esperanza Martínez se intenta sintetizar los momentos más amenos.

En medio de las fotografías de su vida, colgadas en la sala de su casa, de la alegría de los cachorros que juguetean con el césped, de la sonrisa de su hijo, hija y nieta que le acompañan una tarde de noviembre, ella cuenta sobre sus primeros años.

Dice, por ejemplo, que en Huaca (Carchi) vivió con su abuelito, Leopoldo Ruiz. Que las primeras calles construidas fueron de San Gabriel a Huaca y de Huaca a Tulcán. Que de niña jugaba a las muñecas. “Ya cuánto tiempo”, suelta en un momento. Y agrega que su profesora se llamaba Zoila, “como mamita”.

Esperanza, acostada en una camilla, cuenta estos detalles, mientras sus familiares complementan datos, como que hoy, por ejemplo, cumple 100 años. Entonces ella escucha las voces a su alrededor y sigue con su ímpetu por preguntar, por conocer, por saber. “¿Quién es usted?”, le dice en un momento al periodista de Diario La Hora, que se ha sentado a su lado y quiere saber más sobre su vida y su época.

Detalles de juventud

Jorge Vanegas Martínez tiene 60 años y es el penúltimo hijo de Esperanza. En total son 10 hermanos y a todos, comenta, los crió bien. “En una mano el cariño y en otra el rigor, siempre nos decía mi mamá”.

Añade que su madre nació el 05 de diciembre de 1919, en Tulcán, pero luego viajó a Huaca y vivió en este cantón hasta los 17 años. Actualmente residen en San Antonio de Ibarra.

“Mi mamá estudió en Huaca hasta cuarto grado, porque fue huérfana a la edad de ocho años. Su abuelito, Leopoldo Ruiz, fue de los montoneros de Alfaro, tenía el carácter fuerte y la sacó de la escuela. Pero a ella le gustaba escribir, leer e intervenir en actos públicos”. El hijo agrega que en Carchi su madre conoció a su papá, cuando él, un imbabureño, fue a pintar la iglesia. Ahí nació el romance que llegó luego hasta San Antonio de Ibarra, donde reside actualmente.

“Cuando se casó, se dedicó a las labores del hogar, a cuidar a sus hijos. Antes todo lo que se consumía en el hogar, en alimentación, era producido aquí. A mi mami le gustaba cosechar, criaba chanchos”, menciona.

Momentos únicos

Daniela Vanegas Martínez tiene 18 años, es estudiante universitaria y la última nieta de Esperanza. Ella tiene un dibujo en el antebrazo, que parece una rama que crece y se ambienta con el hogar. Además, tiene una memoria prodigiosa. Menciona, por ejemplo, que conoció la casa de su abuela, en Huaca, pero solo por fuera.

“Es una casa colonial, con balcones y ventanas en la parte de arriba. Por atrás tenía terreno, donde había ganado, ovejas, burros. Está diagonal a la iglesia”. Luego, comenta que cuando era niña y su madre la regañaba por no comer, su abuelita, que siempre usaba un poncho largo, la tapaba para que ya no le digan nada.

“Yo conversé con mi abuelita hasta que perdió la audición, hace dos años. Toda la vida conversé con ella porque yo llegaba de la escuela e iba a almorzar y estaba mi abuelita ahí y nos quedábamos conversando solas. Me contaba de su vida y, a veces, jugábamos ‘jenga’ mientras terminábamos de comer”, relata.

Actualidad

Sonia Venegas tiene 56 años, es la última hija y ayuda a cuidarla en casa. Menciona que hoy se turna con dos hermanos y su sobrina. Mientras que el resto de sus parientes, que viven en Portoviejo y Quito, cuando llegan a Ibarra, van a visitarla y ver en qué le pueden ayudar.

“Cuando mi mamá cumplió los 90 años, le festejamos en Ibarra. Mi mamá estaba muy feliz porque vinieron todos sus hijos. Y ese cumpleaños lo recuerda mucho. Cuando vienen sus hijos se pone muy contenta porque le gustaba atenderles”, dice Sonia. Y, aún sonriente, cuenta que de los 10 hermanos solo son dos mujeres, por lo que cuando se casó su hermana mayor, su madre lloró mucho.

“Era su primera hija y era muy apegada. Le quiere mucho y no quería que se case”, suelta entre risas. (PTEG)

TOME NOTA

Esperanza Martínez cumple hoy 100 años. Ella nació en Tulcán, en 1919. Actualmente reside en San Antonio de Ibarra.