Cuando hablamos

POR: Ruby Estévez

De mujeres poderosas no se habla de dinero, poder, belleza. Es saber ver las virtudes, las cualidades, su personalidad portadora de grandes valores.

En el momento en que un ser humano se encuentra a sí mismo, no hay arrogancia, fatuidad, solo sabe que se ha convertido en una persona con presencia, influencia, en una exitosa y triunfadora artista de la vida, sabe que es una escultura de su universo, una persona con derechos, responsabilidades; respetada por quien es y actúa, reconocida por sus cualidades humanas, dispuesta a ser parte de la resurrección del mundo y el deseo de una nueva vida en un paraíso de amor y generosidad.

Qué poco criterio existe cuando se trata de reconocer a mujeres inteligentes, de mentes curiosas y pensamientos agudos; por todas partes las encontramos en actos públicos como en privados, directa o indirectamente tomando parte de ellos; otras trabajan dando clases, ayudando y sirviendo a los demás, de manera anónima sin ganar dinero a cambio de su labor, pocas veces reconocidas en los medios de comunicación.

Lo que no sabemos es que son felices en su solidaridad, complacidas en su maravillosa obra y vocación, muy satisfechas en dar sin esperar, recibir con la humildad y sencillez de su vida. Batallas íntimas todos las tenemos, solo que las mujeres poderosas de alma, mente y corazón encuentran tranquilidad y agradecimiento siendo mensajeras de paz, siendo útiles al hermano, prójimo, cuyo amor emana de sí mismo, no de su ropa, de sus vehículos, de su trabajo y poder; las mujeres a las que me refiero carecen de fatuidad, de aquellos lujos que típicamente indican para ser poderosas. El poder de un ser humano proviene de los valores, creencias, de tener un sano propósito, de lo que lleva dentro; es gente intelectualmente curiosa que le gusta crecer, evolucionar y se interesa no solo por su bienestar sino por los demás, en especial por el que más necesita. El poder de una mujer está en la prudencia, de lleno se le puede juzgar poseedora de toda virtud; embellece lo que está a su alrededor porque tiene este tino especial para comprender psicológicamente el carácter, las imperfecciones de los demás con amor. Una mujer poderosa tiene su espíritu cultivado, adornado de los más bellos sentimientos; tiene caracteres preciosos de humildad y hermosura con una agradable unión de dulzura, sin debilidad, modestia sin timidez, tranquilidad si pereza; de afabilidad sin afectación, de pureza y candor sin ostentación y malicia; todos admiran esta hermosura por su excelencia, porque allí está el poder para hacerse querer y respetar.

Cuando hablamos de presencia, fuerza de mujeres poderosas, lo hacemos mirando su estructura interior, que es un compuesto maravilloso y de la manera con que esta máquina asombrosa ha de conservarse en buen estado de fortaleza y perfección.

Una mujer poderosa siempre debe procurar, cuidar esa sensibilidad exquisita, en sus conocimientos e ilustración, ser valientes sin dañar la ternura de su corazón para que no se vuelva seca, árida como un desierto donde faltan las flores delicadas de la sensibilidad.

POR: Ruby Estévez

De mujeres poderosas no se habla de dinero, poder, belleza. Es saber ver las virtudes, las cualidades, su personalidad portadora de grandes valores.

En el momento en que un ser humano se encuentra a sí mismo, no hay arrogancia, fatuidad, solo sabe que se ha convertido en una persona con presencia, influencia, en una exitosa y triunfadora artista de la vida, sabe que es una escultura de su universo, una persona con derechos, responsabilidades; respetada por quien es y actúa, reconocida por sus cualidades humanas, dispuesta a ser parte de la resurrección del mundo y el deseo de una nueva vida en un paraíso de amor y generosidad.

Qué poco criterio existe cuando se trata de reconocer a mujeres inteligentes, de mentes curiosas y pensamientos agudos; por todas partes las encontramos en actos públicos como en privados, directa o indirectamente tomando parte de ellos; otras trabajan dando clases, ayudando y sirviendo a los demás, de manera anónima sin ganar dinero a cambio de su labor, pocas veces reconocidas en los medios de comunicación.

Lo que no sabemos es que son felices en su solidaridad, complacidas en su maravillosa obra y vocación, muy satisfechas en dar sin esperar, recibir con la humildad y sencillez de su vida. Batallas íntimas todos las tenemos, solo que las mujeres poderosas de alma, mente y corazón encuentran tranquilidad y agradecimiento siendo mensajeras de paz, siendo útiles al hermano, prójimo, cuyo amor emana de sí mismo, no de su ropa, de sus vehículos, de su trabajo y poder; las mujeres a las que me refiero carecen de fatuidad, de aquellos lujos que típicamente indican para ser poderosas. El poder de un ser humano proviene de los valores, creencias, de tener un sano propósito, de lo que lleva dentro; es gente intelectualmente curiosa que le gusta crecer, evolucionar y se interesa no solo por su bienestar sino por los demás, en especial por el que más necesita. El poder de una mujer está en la prudencia, de lleno se le puede juzgar poseedora de toda virtud; embellece lo que está a su alrededor porque tiene este tino especial para comprender psicológicamente el carácter, las imperfecciones de los demás con amor. Una mujer poderosa tiene su espíritu cultivado, adornado de los más bellos sentimientos; tiene caracteres preciosos de humildad y hermosura con una agradable unión de dulzura, sin debilidad, modestia sin timidez, tranquilidad si pereza; de afabilidad sin afectación, de pureza y candor sin ostentación y malicia; todos admiran esta hermosura por su excelencia, porque allí está el poder para hacerse querer y respetar.

Cuando hablamos de presencia, fuerza de mujeres poderosas, lo hacemos mirando su estructura interior, que es un compuesto maravilloso y de la manera con que esta máquina asombrosa ha de conservarse en buen estado de fortaleza y perfección.

Una mujer poderosa siempre debe procurar, cuidar esa sensibilidad exquisita, en sus conocimientos e ilustración, ser valientes sin dañar la ternura de su corazón para que no se vuelva seca, árida como un desierto donde faltan las flores delicadas de la sensibilidad.

POR: Ruby Estévez

De mujeres poderosas no se habla de dinero, poder, belleza. Es saber ver las virtudes, las cualidades, su personalidad portadora de grandes valores.

En el momento en que un ser humano se encuentra a sí mismo, no hay arrogancia, fatuidad, solo sabe que se ha convertido en una persona con presencia, influencia, en una exitosa y triunfadora artista de la vida, sabe que es una escultura de su universo, una persona con derechos, responsabilidades; respetada por quien es y actúa, reconocida por sus cualidades humanas, dispuesta a ser parte de la resurrección del mundo y el deseo de una nueva vida en un paraíso de amor y generosidad.

Qué poco criterio existe cuando se trata de reconocer a mujeres inteligentes, de mentes curiosas y pensamientos agudos; por todas partes las encontramos en actos públicos como en privados, directa o indirectamente tomando parte de ellos; otras trabajan dando clases, ayudando y sirviendo a los demás, de manera anónima sin ganar dinero a cambio de su labor, pocas veces reconocidas en los medios de comunicación.

Lo que no sabemos es que son felices en su solidaridad, complacidas en su maravillosa obra y vocación, muy satisfechas en dar sin esperar, recibir con la humildad y sencillez de su vida. Batallas íntimas todos las tenemos, solo que las mujeres poderosas de alma, mente y corazón encuentran tranquilidad y agradecimiento siendo mensajeras de paz, siendo útiles al hermano, prójimo, cuyo amor emana de sí mismo, no de su ropa, de sus vehículos, de su trabajo y poder; las mujeres a las que me refiero carecen de fatuidad, de aquellos lujos que típicamente indican para ser poderosas. El poder de un ser humano proviene de los valores, creencias, de tener un sano propósito, de lo que lleva dentro; es gente intelectualmente curiosa que le gusta crecer, evolucionar y se interesa no solo por su bienestar sino por los demás, en especial por el que más necesita. El poder de una mujer está en la prudencia, de lleno se le puede juzgar poseedora de toda virtud; embellece lo que está a su alrededor porque tiene este tino especial para comprender psicológicamente el carácter, las imperfecciones de los demás con amor. Una mujer poderosa tiene su espíritu cultivado, adornado de los más bellos sentimientos; tiene caracteres preciosos de humildad y hermosura con una agradable unión de dulzura, sin debilidad, modestia sin timidez, tranquilidad si pereza; de afabilidad sin afectación, de pureza y candor sin ostentación y malicia; todos admiran esta hermosura por su excelencia, porque allí está el poder para hacerse querer y respetar.

Cuando hablamos de presencia, fuerza de mujeres poderosas, lo hacemos mirando su estructura interior, que es un compuesto maravilloso y de la manera con que esta máquina asombrosa ha de conservarse en buen estado de fortaleza y perfección.

Una mujer poderosa siempre debe procurar, cuidar esa sensibilidad exquisita, en sus conocimientos e ilustración, ser valientes sin dañar la ternura de su corazón para que no se vuelva seca, árida como un desierto donde faltan las flores delicadas de la sensibilidad.

POR: Ruby Estévez

De mujeres poderosas no se habla de dinero, poder, belleza. Es saber ver las virtudes, las cualidades, su personalidad portadora de grandes valores.

En el momento en que un ser humano se encuentra a sí mismo, no hay arrogancia, fatuidad, solo sabe que se ha convertido en una persona con presencia, influencia, en una exitosa y triunfadora artista de la vida, sabe que es una escultura de su universo, una persona con derechos, responsabilidades; respetada por quien es y actúa, reconocida por sus cualidades humanas, dispuesta a ser parte de la resurrección del mundo y el deseo de una nueva vida en un paraíso de amor y generosidad.

Qué poco criterio existe cuando se trata de reconocer a mujeres inteligentes, de mentes curiosas y pensamientos agudos; por todas partes las encontramos en actos públicos como en privados, directa o indirectamente tomando parte de ellos; otras trabajan dando clases, ayudando y sirviendo a los demás, de manera anónima sin ganar dinero a cambio de su labor, pocas veces reconocidas en los medios de comunicación.

Lo que no sabemos es que son felices en su solidaridad, complacidas en su maravillosa obra y vocación, muy satisfechas en dar sin esperar, recibir con la humildad y sencillez de su vida. Batallas íntimas todos las tenemos, solo que las mujeres poderosas de alma, mente y corazón encuentran tranquilidad y agradecimiento siendo mensajeras de paz, siendo útiles al hermano, prójimo, cuyo amor emana de sí mismo, no de su ropa, de sus vehículos, de su trabajo y poder; las mujeres a las que me refiero carecen de fatuidad, de aquellos lujos que típicamente indican para ser poderosas. El poder de un ser humano proviene de los valores, creencias, de tener un sano propósito, de lo que lleva dentro; es gente intelectualmente curiosa que le gusta crecer, evolucionar y se interesa no solo por su bienestar sino por los demás, en especial por el que más necesita. El poder de una mujer está en la prudencia, de lleno se le puede juzgar poseedora de toda virtud; embellece lo que está a su alrededor porque tiene este tino especial para comprender psicológicamente el carácter, las imperfecciones de los demás con amor. Una mujer poderosa tiene su espíritu cultivado, adornado de los más bellos sentimientos; tiene caracteres preciosos de humildad y hermosura con una agradable unión de dulzura, sin debilidad, modestia sin timidez, tranquilidad si pereza; de afabilidad sin afectación, de pureza y candor sin ostentación y malicia; todos admiran esta hermosura por su excelencia, porque allí está el poder para hacerse querer y respetar.

Cuando hablamos de presencia, fuerza de mujeres poderosas, lo hacemos mirando su estructura interior, que es un compuesto maravilloso y de la manera con que esta máquina asombrosa ha de conservarse en buen estado de fortaleza y perfección.

Una mujer poderosa siempre debe procurar, cuidar esa sensibilidad exquisita, en sus conocimientos e ilustración, ser valientes sin dañar la ternura de su corazón para que no se vuelva seca, árida como un desierto donde faltan las flores delicadas de la sensibilidad.