El titiritero

Con un proceso refinado, quienes manejan los hilos fuertes del Estado, cual si fuera un titiritero experto, son la vanguardia de la clase dominante en el poder. Las escenas que el teatrino muestra, sin duda, son ambientes que generan el entorno en el cual el titiritero puede, de hecho, en un marco de realidad simulada y configurada, manipular las cuerdas con las que logra que la marioneta actúe en función del guion meditado.

El titiritero experto, logra que el público asistente se distraiga de la realidad, y lo induce a un estado casi catatónico, donde el cuadro virtual del teatrino, se extiende e incluye al expectante de inicio, quien pasa a ser un actor más, cuyas cuerdas sujetan su siquis individual y colectiva, de la cual, en muchas ocasiones no se percata… Se convierte, en una marioneta que retraída, es adaptada y adoptada a la función programada.

El Estado de propaganda, tiene en su nómina, un sinnúmero de titiriteros. Cada uno de ellos y su equipo escénico, comunicacional, logístico, publicitario y por supuesto financiero, destaca su carruaje, donde tiene acomodado, cada uno de los detalles que utiliza en las funciones programadas, y que se activan en el momento en que el carruaje fue encendido y dio marcha.

La analogía del titiritero, muestra gráficamente, como la casta dominante en el poder, emplea las instituciones y sus gobernantes que se activan indistintamente, y ponen a correr la programación establecida.

El público, el pueblo, debe y deberá, realizar un esfuerzo sobre humano, para no quedar a merced de la manipulación gubernamental; donde la función distrae y permite al titiritero y al dueño de la compañía, cobrarse la función, apropiándose de los recursos de la Nación, los cuales se lavan y esconden en el proceso de recaudación de la taquilla.

Con un proceso refinado, quienes manejan los hilos fuertes del Estado, cual si fuera un titiritero experto, son la vanguardia de la clase dominante en el poder. Las escenas que el teatrino muestra, sin duda, son ambientes que generan el entorno en el cual el titiritero puede, de hecho, en un marco de realidad simulada y configurada, manipular las cuerdas con las que logra que la marioneta actúe en función del guion meditado.

El titiritero experto, logra que el público asistente se distraiga de la realidad, y lo induce a un estado casi catatónico, donde el cuadro virtual del teatrino, se extiende e incluye al expectante de inicio, quien pasa a ser un actor más, cuyas cuerdas sujetan su siquis individual y colectiva, de la cual, en muchas ocasiones no se percata… Se convierte, en una marioneta que retraída, es adaptada y adoptada a la función programada.

El Estado de propaganda, tiene en su nómina, un sinnúmero de titiriteros. Cada uno de ellos y su equipo escénico, comunicacional, logístico, publicitario y por supuesto financiero, destaca su carruaje, donde tiene acomodado, cada uno de los detalles que utiliza en las funciones programadas, y que se activan en el momento en que el carruaje fue encendido y dio marcha.

La analogía del titiritero, muestra gráficamente, como la casta dominante en el poder, emplea las instituciones y sus gobernantes que se activan indistintamente, y ponen a correr la programación establecida.

El público, el pueblo, debe y deberá, realizar un esfuerzo sobre humano, para no quedar a merced de la manipulación gubernamental; donde la función distrae y permite al titiritero y al dueño de la compañía, cobrarse la función, apropiándose de los recursos de la Nación, los cuales se lavan y esconden en el proceso de recaudación de la taquilla.

Con un proceso refinado, quienes manejan los hilos fuertes del Estado, cual si fuera un titiritero experto, son la vanguardia de la clase dominante en el poder. Las escenas que el teatrino muestra, sin duda, son ambientes que generan el entorno en el cual el titiritero puede, de hecho, en un marco de realidad simulada y configurada, manipular las cuerdas con las que logra que la marioneta actúe en función del guion meditado.

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El público, el pueblo, debe y deberá, realizar un esfuerzo sobre humano, para no quedar a merced de la manipulación gubernamental; donde la función distrae y permite al titiritero y al dueño de la compañía, cobrarse la función, apropiándose de los recursos de la Nación, los cuales se lavan y esconden en el proceso de recaudación de la taquilla.

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El público, el pueblo, debe y deberá, realizar un esfuerzo sobre humano, para no quedar a merced de la manipulación gubernamental; donde la función distrae y permite al titiritero y al dueño de la compañía, cobrarse la función, apropiándose de los recursos de la Nación, los cuales se lavan y esconden en el proceso de recaudación de la taquilla.