¿Qué hago con mi vieja casona patrimonial?

POR: Jorge Madera Castillo

Hubo una época en que las municipalidades permitieron el derrocamiento de viejas casonas de propiedad pública para construir en esos terrenos sendas edificaciones modernistas, la mayor parte de pésimo gusto y arruinaron a los centros históricos. Ibarra no fue la excepción. La propia municipalidad pudo haber construido, con la misma plata su edificación guardando el estilo que rodea al parque Pedro Moncayo. Pero no solamente eso: permitieron derrocamientos de hermosas casas patrimoniales de propiedad privada para dar paso a la aprobación de edificaciones modernistas que generaron el mismo efecto negativo.

Felizmente, todavía quedan muchas casas antiguas. Infelizmente, muchos de los propietarios ignoran qué hacer con ellas o si lo supieran, no cuentan con un proyecto productivo sobre su edificación que les permita conseguir recursos. Otros siempre están pensando en que el Gobierno o la municipalidad les debe “ayudar” con recursos para mantener su bien privado, lo cual legalmente es imposible. Y otro grupo de casonas está en manos de herederos con problemas entre ellos. Observando lo que ha sucedido en otras ciudades patrimoniales, el problema ha sido muy similar, pero el mal paso ha sido superado a través de varios tipos de acciones. Familias tradicionales han vendido sus viejas casonas para que un tercero con capacidad financiera y visión empresarial realice un proyecto; Cuenca está repleta de casos como este, donde han instalado hostales, centros comerciales y restaurantes de altísima calidad para el turismo. Algunas familias han vendido sus bienes para instituciones financieras y otros servicios privados. Otras familias han decidido ser parte de un emprendimiento empresarial entregando su bien a cambio de una importante participación accionaria. En otros casos, los propietarios se han asesorado de profesionales competentes para generar su “plan de negocio”, hacer un emprendimiento de tal manera que su negocio le resulte rentable para el pago de un crédito productivo. Pero en ninguno de los casos, las municipalidades han permitido que el bien sea abandonado, destruido, agredido con modificaciones inconvenientes y simplemente han aplicado la Ley, habiendo llegado a demandar al propietario por “incuria”.

Se está demostrando en esta temporada que en el centro histórico de Ibarra se han recuperado varias casas para negocios o actividades de buena calidad y la tendencia seguirá. Les irá mejor si la municipalidad emprende de una vez por un plan de recuperación y promoción del Patrimonio.

¿No es que necesitamos turismo, producción y empleo?