Liderazgo en el aula

Lucía Margarita Figueroa Robles

El liderazgo educativo no es asunto de los directivos de un establecimiento únicamente, es la ejecución de una serie de procesos positivos e innovadores, diseñados con una visión de futuro, que motivan y conducen a los miembros de la comunidad educativa a trabajar en equipo, en función de metas propiamente pedagógicas, por tanto cada docente debería convertirse en un líder que permita introducir cambios educativos para diseñar entornos de aprendizaje efectivos, y de esta manera desarrollar habilidades, destrezas y competencias en el aula.

Un liderazgo educativo positivo garantiza innovación, nuevas oportunidades educativas, crecimiento de la institución, Sumando al desarrollo personal e intelectual de los estudiantes y por ende del país. De ahí que su fundamento en estimular al talento humano y a todos quienes se involucran en el proceso educativo, renovando las estrategias, animando a trabajar colaborativamente, pero sobre todo aplicando una democracia participativa que abrirá las puertas a la motivación, nos llevará a actuar por convicción y no por coerción, mediante un clima de comunicación asertiva, compromiso, lealtad, trabajo, honestidad y responsabilidad, a través de una dirección ética y humanística.

La calidad humana de los directivos y maestros, se convierte en la clave sobre la que se apoya la confianza, el respeto, la comunicación y el trabajo, en vista de que a más de poseer el espíritu ético y moral, deben convertirse en el conducto ideal para que muchas más personas logren sus metas, y así mismo deben demostrar sus capacidades para dirigir una organización acertadamente, actuando de manera rápida y eficaz en la toma de decisiones, para alcanzar los objetivos organizacionales. Quienes tenemos la dicha de desempeñarnos en el ámbito educativo, debemos convertirnos en verdaderos líderes positivos, con sanos propósitos, transparentes, elocuentes y con un carácter firme, teniendo como lema el servicio a los demás. (O)