¿A qué regresa?

Santiago Armijos Valdivieso

El caudillo anunció su retorno al Ecuador y como era de esperarse la noticia ha generado entusiasmo entre el desprestigiado grupo de nueve dirigentes de AP que han sido sancionados con la suspensión de sus derechos políticos por parte de la Comisión de Ética de dicha agrupación, a causa de sus absurdas maniobras politiqueras cometidas en contra de Lenín Moreno para despojarlo de la presidencia del movimiento.

El júbilo de estos dóciles dirigentes radica en que están convencidos que la sola presencia en territorio patrio, del otrora poderoso jefe absoluto que de un solo grito sabatino hacía temblar y obedecer a todas las funciones del Estado y a los organismos de control, solucionará todas sus contrariedades y pesadillas políticas desatadas por la decisión de una amplia mayoría ciudadana –incluidos muchísimos simpatizantes de AP- que se cansaron del abuso, del doble discurso, de la intolerancia, de la confrontación social extrema, del desempleo, de la corrupción y de la crisis económica.

Ventajosamente estos necios personajes se equivocan porque el regreso del exmandamás solo confirmará que el Ecuador cambió y que difícilmente volverá a creer en estruendosos cantos de sirena, dado que su actual rumbo está dirigido al progreso, a la paz social, a la reconstrucción del estado de derecho y a la sanción de los casos de corrupción detectados en el largo período del gobierno anterior.

Por ello, las gestiones de Correa para librar de la justicia a su procesado exvicepresidente, para torpedear la realización de la clamorosa y necesaria consulta popular, y para pegar los pedazos del destrozado movimiento AP, serán muy difíciles de cumplir con éxito, como sucedía en los pasados tiempos totalitarios del movimiento de las “manos limpias”, en el que la voz del supremo se acataba de inmediato y en silencio. (O)