Loja, una ciudad proyectada hacia el futuro

JAVIER ESPINOSA

A propósito de la segunda edición del Festival de Artes Vivas, nos ha tocado «caminar la ciudad», y hemos sentido una satisfacción enorme, al poder presenciar varios cambios en el casco urbano. La calle Lourdes se asemeja a «La Ronda» en Quito, y la histórica plaza de San Sebastián, con sus balcones coloniales, a decir de muchos, evoca recuerdos de algunas ciudades europeas. El parque lineal de La Tebaida, con pequeños y simples detalles, presenta una transformación positiva, convocando diariamente a deportistas y caminantes que han encontrado un espacio de contacto con la naturaleza.

Hace algunos días, es común observar en las calles al primer bus eléctrico del país y, hace algunos meses a los taxis eléctricos. Pero también los hay insatisfechos, la mayoría politiqueros (as), que quieren armar barullo y granjearse simpatías con algunos segmentos de la población que no se identifican con la línea política de la administración municipal. Y también habemos críticos, que pensamos que todavía se puede y se debe hacer mucho más. No dejaremos de insistir en el Teleférico y en el Simert electrónico, pues ya no queda mucho tiempo.

De todas formas a la ciudad se la siente viva y con mucha energía. Es el resplandor del Teatro Bolívar, conjugado con las artes callejeras y el diseño de sus nuevas calles que le dan un aire más internacional, casi así como nuestra querida Cuenca. Y es que con el transcurrir de los días se va develando la nueva cara de la ciudad. Una sensación bastante especial, lo novedoso de lo desconocido, que se siente solamente cuando se tiene la fortuna de visitar otro país.

En democracia se dice que es buena la alternabilidad, pero si no es para mejorar, que no sea para retroceder. La década pasada fue un atropello a la ciudad. Un insulto a la lojanidad. Una administración municipal que es mejor no recordar y mucho menos revivir. (O)