El problema de Marx

Carlos Marx fue hijo de la revolución industrial. Como otros autores de su época, estaba fascinado por la industrialización, pero temía sus efectos negativos. Parecía que se había iniciado un ciclo de progreso ilimitado, pero aparecieron dramáticos problemas sociales que se profundizaron a partir de la crisis de la papa en Irlanda y la hecatombe alimentaria que devastó Europa. El hambre produjo la mayor emigración de la historia desde Europa hacia América.

Marx creyó que la sociedad se polarizaría entre dos clases sociales enfrentadas por el poder: capitalistas y proletarios empobrecidos, los que terminarían siendo dueños solo de sus cadenas y de su prole. La pequeña burguesía y otros grupos no tenían importancia en este proceso que llevaría a la revolución, la instauración de la dictadura del proletariado y la posterior construcción del paraíso comunista. No cabían términos medios.

Las previsiones de Marx no se cumplieron: los obreros no se pauperizaron, formaron sindicatos, lucharon por sus derechos y nunca apareció ese proletariado con una conciencia de clase uniforme, militante y gris que debía encabezar la revolución. En vez de la grieta que enfrentaría a empresarios y proletarios, se multiplicaron fisuras porque surgieron muchas nuevas ocupaciones que permitieron vivir y ver el mundo desde muchas ópticas.

Marx nunca oyó música, ni fue al futbol, ni participó de actividades lúdicas que no existían en su época pero hoy mueven a la humanidad. No puede existir una conciencia de clase que unifique a los obreros metalúrgicos, los músicos de las bandas de rock, los ‘youtubers’ y los emprendedores. Los trabajadores industriales y agrícolas tienden a desaparecer, mientras crece el número de personas que trabajan en distintas actividades, desarrollan sus propios intereses, relaciones humanas, sueños y desvelos.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.