Otro atraso para Latinoamérica

Pablo Fabián Ortiz Muñoz

Maduro ha vuelto a reelegirse como presidente de Venezuela. Indiscutiblemente la ilegitimidad y los acostumbrados fraudes electorales en los países donde se ha instalado el modelo del socialismo del siglo XXI, y los revolucionarios bolivarianos, dan mucho qué desear.

El elegido presidente es reelecto con 6.190.612 votos, de 9.132.655 votantes que se presentaron a las urnas, de un total de 20.5 millones de ciudadanos con derechos al voto, es decir con el 30.20%.

Si lo apreciamos desde la perspectiva de votos, Maduro es el presidente de Venezuela, por supuesto, no debemos considerar los manoseos de un Consejo Electoral para nada cuestionado y servil al dictador.

Si lo vemos desde un punto de vista matemático, este señor no puede llamarse presidente, el nuevo presidente debería llamarse ‘abstención’, ya que obtuvo un 53.98%, es decir el pueblo es el gran ganador y debería asumir la presidencia de Venezuela.

El tirano festeja junto a sus camaradas, mientras la comunidad internacional rechaza y desconoce su reelección, lo que agudiza aún más las relaciones de Venezuela con el mundo, y el consabido aislamiento internacional; mientras tanto, el fenómeno de la migración golpea a sus vecinos, y a sus ya resquebrajadas economías, convirtiéndose en otra Cuba en el continente.

Solo países como: Bolivia, con un régimen parecido; Rusia, con su dictador y sin solución al problema social de su país; China, y su política expansionista; Irán, y su apoyo al terrorismo internacional; Siria, con su dictador Bashar al Assad, con más de 500.000 víctimas, de una lucha sin cuartel, para mantenerse en el poder; Nicaragua, con su dictadura familiar, reconocen en Ortega su incapacidad para gobernar; Cuba, con su comunismo disfrazado, ejemplo de progreso y desarrollo económico; Salvador, y su exguerrillero, que se deleita del capital a costilla de su pueblo; y Turquía con sus concebidas purgas, para nada justificadas, son los que elogian y proclaman el triunfo de este nefasto individuo.

Haciendo eco en la voz latinoamericana y sin perjuicio a equivocarme, Latinoamérica está donde está por culpa de su gente y de la calidad de representantes que elige para gobernarlos. (O)

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