Hever Sánchez M.
Sobran las historias de pueblos sufridos que ahora son exitosos. Los alemanes no serían lo que son ahora si no hubiesen pasado por filtros históricos de sacrificio y de fortaleza, el pogrom judío genéticamente formó esa sociedad y la hizo fuerte. Los pueblos que hoy son disciplinados a través de la historia pasaron todo tipo de penalidades: pestes, guerras, hambrunas, dictaduras, etc. Todos estos ingredientes han sido indispensables para sembrar el respeto y la puntualidad en muchas de las sociedades que hoy son admiradas por su alto nivel de vida y por su panificación para el futuro.
Los ecuatorianos lejos de corregir nuestros errores y moldear nuestro comportamiento, estamos acostumbrados a la viveza criolla, a regirnos por el engaño, a ponernos primeros en la fila sin haberla hecho, a pasarnos en rojo los semáforos, a emborracharnos y conducir a casa como si todo fuese normal, a exigir rabiosamente de las autoridades cuando como ciudadanos no aportamos nuestras más elementales responsabilidades. Anatole Francè sostenía que “la autoridad somos todos”. Por tanto, todos somos responsables de lo que ocurre.
En la posición de ciudadanos cómodos en la que estamos enseñados a desenvolvernos, nos molesta que nos pongan orden, nos molesta “enterarnos” de que hay leyes que cumplir, dejamos la llave abierta pero nos ofendemos cuando llega la factura. Lo lamentable de todo esto, es que cuando alguien nos impone normas a cumplir, cuando alguien nos quiere sacar del caos y el desorden en el que nos hemos acostumbrado a vivir y que ya es parte casi genética de nuestras vidas, entonces lo satanizamos y le condenamos cuando en realidad la responsabilidad la llevamos todos.
Quienes han cambiado sociedades enteras siempre han cometido errores, partiendo de que nadie es perfecto, pero los verdaderos sacrificios son de los pueblos. En fin, Loja ha destacado siempre por la cultura de sus hijos que, alejados de las pasiones, esta vez deberán votar con el cerebro y no con el corazón. (O)
@Hever_Sanchez_M