Algo indecente

Jorge Oviedo Rueda

Desde hace mucho tiempo vengo reclamando la decencia como imagen para la política ecuatoriana. Lejos de ser escuchado, parece que un duende de la maldad me quiere demostrar que eso no es posible y me mete por los ojos la imagen de la indecencia como norma de nuestro quehacer político cuotidiano. Ahora resulta que un tal Fernando Balda quiere ser presidente del Ecuador.

Que un campesino, que un obrero que moja con su sudor la máquina o que un intelectual, quieran serlo, se comprende, pero que un aventurero audaz y sin escrúpulos lo pretenda, es un acto de indecencia intolerable.

Puede ser cierto o mentira todo lo que se dice de Balda, inclusive que Correa pretendió secuestrarlo, pero que este señor quiera hacer de todo ese turbio andamiaje la plataforma para proponer su nombre a la Presidencia de la República, me parece un acto insólito de atrevimiento.

Un político es alguien que hace propuestas, coherentes o descabelladas, no importa, que apuntan a resolver los grandes problemas de la patria, un político no es un don nadie que quiere llegar a la presidencia escupiéndole la cara a alguien que está por arriba de él. Este señor le está dando categoría presidencial a cualquier pelafustán que pase por programas como ‘Laura de América’ o ‘Caso Cerrado’. Esto es lo más indecente.

Lo único que de él se sabe –y contado por su propia boca-, es que es admirador de Álvaro Uribe y su Centro Democrático. Ha dicho que un grupo de amigos secretos financiarán su campaña. Los organismos de sanidad pública deberían impedir esta afrenta. Nos está diciendo clarito que el narco poder lo financiará.

¿Cómo es posible que la gran prensa le siga llamando “político” a este aventurero? Político es alguien que propone y, según se puede percibir, este señor sólo puede hacer propuestas indecentes.

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