¿Sin cultura?

¿Sin cultura?

La cultura organizacional es el mayor problema dentro de las estructuras institucionales, la falta de eficiencia y no rendimiento de funcionarios se deben en especial a la expectativa de comportamiento de los trabajadores que mantienen en su organización y la calidad de relación con su inmediato superior.

Se viene a la cabeza el ejemplo del profesor arrogante, quien era catedrático de la Facultad de Medicina, y éste se se dirige a un alumno y le pregunta: “¿Cuántos riñones tenemos?” y el alumno responde: “¡Cuatro!”. El profesor replica “¿Cuatro?”, de una manera arrogante, como aquel que gusta dar mofa con los alumnos y cree que lo sabe todo. De manera que le ordena a su auxiliar: “Traiga un fardo de pasto, pues tenemos un asno en la sala”, “¡Y para mí un cafecito!”, replicó el alumno al auxiliar del maestro. El profesor se enojó y expulsó al alumno de la sala. El alumno era, por cierto, el humorista Aparicio Torelly Aporelly (1895-1971), más conocido como el “Barón de Itararé”.

Finalmente el alumno de una manera educada pero con mucha audacia fue a corregir al furioso maestro: “Usted me preguntó cuántos riñones ‘tenemos’. ‘Tenemos’ cuatro: dos míos y dos suyos. ‘Tenemos’ es una expresión usada para el plural. Que tenga un buen provecho y disfrute del pasto”.

Esto nos deja de reflexión que por más alto que un puesto sea, como profesor, líder o padre de familia sino creamos una cultura interna con gente comprometida, enfocada a cumplir su objetivos, innovadora y con propuestas se rompe el mayor canal de eficiencia llamada comunicación e incluso cuando no se tenga el conocimiento se derrumba el principal valor que es el respeto y la otra parte enseña a la otra lo que es correcto y posible, por tanto construir las relaciones con respeto es indispensable hasta veces para poder decir “no”. (O)

[email protected]