Una ley demorada

Adolfo Coronel Illescas

Tengo claro que en octubre de 2017 el presidente Lenín Moreno, refiriéndose a la Ley de Comunicación, manifestó que “cuando hay un gobierno democrático, pluralista, que defienda con tolerancia y respeto la opinión de los demás, esa ley sale sobrando”. Coincidía con el criterio de varios hombres libres de América, quienes sostienen que los estados democráticos no necesitan leyes de prensa. Es que las leyes son necesarias, siempre y cuando no sea primero el poder y luego la ley.

Sin embargo, tal vez por la responsabilidad y trascendencia del tema el Mandatario mejor se decidió por reformar la Ley de Comunicación y envió hace varios meses a la Asamblea Nacional un proyecto de reformas que junto a otras varias propuestas demora su aprobación, aduciendo que se está tomando en cuenta criterios, opiniones y propuestas para crear una ley de derechos, de libertad de prensa, opinión y expresión. Aunque hay opiniones que mejor sería redactar otra, para evitar remiendos a una ley de medios que provoca miedo a que continúe la democracia apaleada. Criterio al que me sumo, en razón de que al menos el 80% de la actual va a ser reformada.

Es necesario recordar que la vigente ley impuesta por los “revolucionarios”, trata a la libertad de expresión como un producto, como un servicio público, porque así consta en la actual Constitución de la República, luego de que la misma Asamblea por orden del que está con orden de captura la incluyera en las enmiendas de diciembre de 2015, a fin de tener la oportunidad de usarla como un trapo de cocina. Y así está con aquel caprichoso destino hasta que se procure un ajuste o cambio constitucional para que la guillotina no siga impidiendo que el periodismo cumpla su apostolado con libertad plena, con absoluta responsabilidad en sus derechos y también en las obligaciones.

Es cierto que las condiciones para expresarse libremente han mejorado en este año, pero la “ley mordaza” sigue vigente y es posible que borregos y vicuñas tentados por el señor que está pegando “duro” al que invade su privacidad en Lovaina (Bélgica), tengan una reacción alérgica y coincidan en que permanezca enjaulada la libertad de prensa. No hay que correr riesgos y exigir que la nueva Ley de Comunicación no siga demorada. (O)