La llamamos ‘calma’…

Talía Guerrero Aguirre

En alguna ocasión hemos tenido la oportunidad de mirar un mar en calma y quizá lo que se nos vino a la mente, fue que era un lugar que parecía pertenecer a todos y a nadie a la vez, que de vez en cuando se dejaba acariciar y otras se escapa por entre nuestros dedos.

“ Se llama calma y me costó muchas tormentas, cuando desaparece salgo otra vez en su búsqueda, se llama calma y me enseña a respirar, a pensar y repasar, y cuando la locura la tienta se desatan vientos bravos que cuestan dominar, se llama calma y llega con los años cuando la ambición de joven la lengua suelta y la panza fría, dan lugar a más silencios y más sabiduría, se llama calma cuando se aprende bien a amar, cuando el egoísmo da lugar al dar y el inconformismo se desvanece, para abrir el corazón y el alma, entregándose enteros a quien quiera recibir y dar, se llama calma cuando la amistad es tan sincera que se caen todas las máscaras y todo se puede contar, se llama calma y el mundo la evade, la ignora, inventando guerras que nunca nadie va a ganar, se llama calma cuando el silencio se disfruta, cuando los ruidos no son solo música y locura, sino el viento, los pájaros la buena compañía o el ruido del mar, se llama calma y con nada se paga no hay moneda de ningún color que pueda cubrir su valor cuando se hace realidad, se llama calma y me costó muchas tormentas y las transitaría mil veces más hasta volverla a encontrar, se llama calma la disfruto, la respeto y no la quiero soltar”.

Estas palabras del Dalai Lama, nos definen claramente lo que es tener calma, y ojala que de alguna manera nos alienten a buscarla, para lograr entendernos de mejor manera a nosotros mismo y a los demás, con una mente tranquila y equilibrada, en pos de mejorar nuestra calidad de vida; pero para encontrarla tendremos que esforzarnos y cuando lo logremos, deberemos cuidarla, para no perderla. (O)