La pedofilia avanza, la sociedad calla.

Hever Sánchez M.

Esta es la escalofriante realidad que asola, que indigna y que desangra a millones de familias alrededor del planeta. El sadismo, el crimen y la cobardía contra la impotencia de niños inocentes que marcaron sus vidas para siempre. Los unos protegidos por la iglesia y los otros desterrados al olvido.

A inicios de la cristiandad los curas, incluido Pedro que fue el primer Papa, tenían una familia como cualquier persona normal, pero cuando la religión católica empezó a ser un gran negocio entonces prohibieron a sus miembros hacerse de una familia para que sus bienes a la muerte de éstos, no pasen a sus descendientes sino a la iglesia. En el concilio de Letrán, Inocencio II prohíbe en 1139 el matrimonio y se impone el celibato. Según la psiquiatría, esta abstinencia obligatoria empieza a germinar en el cerebro otro tipo de conductas sexuales que por desgracia en muchos casos terminan con el abuso a menores. Pero más allá de analizar las causas debemos analizar las consecuencias: un niño que ha sido violado jamás volverá a ser una persona normal. A partir de este monstruoso acto quedarán para siempre destruidos sus sueños, su inocencia y su interés por la vida.

En una sociedad que calla, se da más importancia a una gripe de Maluma o a los programas de farándula, que a problemas como éste que desangran a estos ángeles que han sido ultrajados por leviatanes con forma humana, representantes dizque de la divinidad.

Si el buen Dios volviera a la tierra y encontrara la barbarie a la que en su nombre han sido sometidos los hombres con la creación de falsas doctrinas para amasar fortuna y cometer abusos, probablemente retornaría desolado. Entonces la humanidad, ya a la deriva, nos haríamos la gran pregunta que se planteó don Benjamín Carrión hace muchos años: Porqué Jesús no vuelve? (O)