Entre lágrimas y alegrías

Mons. Alfredo Espinoza Mateus, sdb

Este año, la Fiesta de la Virgen de El Cisne y la Peregrinación a Loja se realizan entre lágrimas y alegrías, entre el dolor y la esperanza, entre la tristeza ante la pérdida de vidas humanas y la confianza que brota de nuestra fe en la resurrección.

Las lágrimas salieron del corazón ante la prematura partida de cinco hermanos nuestros, víctimas de la tragedia ocasionada por la explosión ocurrida el sábado anterior.

Comprender la realidad de la muerte resulta difícil. Muchas preguntas y muchos por qué pueden haber surgido. Respuestas humanas podemos dar tantas, pero la verdadera respuesta viene desde la fe.

Francisco nos recuerda que “la fe que profesamos en la resurrección nos lleva a ser hombres de esperanza y no de desesperación, hombres de la vida y no de la muerte, porque nos consuela la promesa de la vida eterna radicada en la unión a Cristo resucitado… Esta esperanza, nos ayuda a asumir una actitud de confianza frente a la muerte; de hecho, Jesús nos ha demostrado que la muerte no tiene la última palabra, sino que el amor misericordioso del Padre nos transfigura y nos hace vivir la comunión eterna con Él”

Estas son palabras profundas que nos ayudan a entender el sentido de la muerte y que creo vienen bien en este momento.

Así, movidos por la fe en Cristo, hemos seguido viviendo, junto con nuestro pueblo creyente, la Fiesta de nuestra querida Churonita.

Hoy más que nunca hemos hecho el camino que recorrió María, un camino de aceptación de la voluntad de Dios, de alegría por el nacimiento de su Hijo, de escucha de la Palabra, de estar atenta a las necesidades de los demás, de fortaleza junto a la cruz, de gozo ante la resurrección y de creyente en Pentecostés.

Ese es el camino que todo cristiano debe recorrer y que estamos recorriendo junto a nuestra Reina de El Cisne. Hemos partido del Santuario, estamos caminando con Ella y el próximo lunes llegará a visitarnos a Loja.

Ante Ella pongamos nuestras lágrimas y nuestras sonrisas. Ella es Madre y mirará nuestro corazón. (O)