Un poco más de lo mismo

Pablo Vivanco Ordóñez

La democracia debe alimentarse de la diversidad ideológica de los ciudadanos, ya que siguiendo el principio aristotélico de que los seres humanos somos “animales políticos”, buscamos permanentemente la solución a los problemas humanos que nos atañen, en lo individual como en lo colectivo. Un acercamiento eficaz, en el actual sistema democrático, son los partidos políticos, que se supone, deberían ser un eslabón de representatividad entre el ciudadano y el gobierno.

Entendiendo que son los contextos sociales los que van moldeando la forma de percibir el mundo, la forma de procesamiento de esa información, y las categorías en que van a etiquetarse esas experiencias, se comprende que hay una variedad de matices y formas de mirar el mundo. Esa multiformidad de ubicarse en la vida colectiva, produce que la gente con necesidades y formas de pensamiento similares, se agrupen en partidos políticos para crear niveles de representación que sirvan a sus intereses. Ecuador con la fragmentación del bipartidismo pasó al multipartidismo, que decantó en una crisis de representación y legitimidad de las antiguas tiendas políticas.

Ese pluralismo no debe ser confundido con abrir nuevos bazares políticos para que se expendan las ideas del más fuerte, y del líder con ambición mesiánica que se apodera de la tienda, porque el caudillismo tan mentado en la política nacional, siempre se origina dentro de las mismas organizaciones y movimientos políticos, y también alimentan la crisis de legitimidad; piénsese por ejemplo, porqué los partidos políticos que llevan un presidente a Carondolet tienden a vacilar con la desaparición.

El nacimiento progresivo de nuevos partidos políticos, no debe leerse únicamente como la búsqueda de una nueva fórmula política, porque a veces se camufla bajo banderas y colores distintos -que se reputan nuevos- las mismas prácticas, las mismas visiones y la misma gente que no ha cambiado de ideas respecto de la forma de mirar la política. (O)

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