El aroma de Loja

Fredy Cueva Castillo

Loja huele a malvas, decía Eliecer Cárdenas en su novela “Polvo y ceniza”. Ciertamente huele a malvas, pero también huele a café, y este aroma es el que se ha apoderado de los fogones lojanos desde 1820 en adelante, según nos indican los distinguidos profesionales lojanos Galo y Jamil Ramón, quienes en sus investigaciones intentan descifrar la historia y las rutas del café lojano desde que se sembraron las primeras matas de café en Cariamanga, Catacocha y Zaruma.

El ingeniero Hernán Sánchez, técnico especialista en café del MAG, explica que hasta el momento se han desarrollado 11 ediciones del concurso ‘Taza Dorada’, donde se exponen y se catan o degustan los mejores cafés del país, siendo Loja la provincia que por ocho ocasiones ha ganado este galardón. Tremenda muestra de superioridad, habla a las claras de la calidad del café lojano.

Pero si analizamos con más detalle la situación de la caficultura en el Ecuador, podemos encontrar datos de sumo interés, como este que les voy a resumir, la provincia de Loja en un comparativo nacional resulta ser la provincia con menor productividad de café por hectárea. No obstante su baja productividad, es la provincia que acapara la mayor cantidad de premios por la calidad de su café.

Calidad versus cantidad, he ahí el dilema, y este criterio no es poca cosa, es la clave para proyectar la política cafetalera para la provincia de Loja, que por sus especiales características agronómicas, le dan al café del sur del Ecuador ese plus diferenciador del resto de cafés del país.

Hay que ser claros también y reconocer que el proceso de postcosecha, procesos de fermentación prolongados, secado lento y bajo sombra, mejoran en gran medida la calidad del café en taza.

A la hora de tomar café, preferimos café de Loja, ya sea con pancito o solito, algunos lo prefieren sin azúcar, otros negro y caliente como el infierno, otros quizá con un cigarrillo y algunos amargo con un poco de olvido. (O)

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