Amparito y su fortaleza de madre que no tiene límites

ENTREGA. Amparito en su cotidianidad juega con Mateito y lo ayuda en sus terapias físicas y de lenguaje.
ENTREGA. Amparito en su cotidianidad juega con Mateito y lo ayuda en sus terapias físicas y de lenguaje.

Su hijo Mateito cayó de un cuarto piso causándole un trauma craneoencefálico. Dejó sus estudios y más sueños, pero el mejor pago es el amor que su pequeño le profesa.

Una frase muy popular dice que el corazón de una madre no tiene barreras y en efecto al conocer lo que ha vivido Amparito Collaguazo Jiménez, esas palabras resultan muy ciertas.

Fue un 22 de noviembre de 2011 cuando Dios le pondría a Amparito una de las pruebas más grandes cuando apenas tenía 20 años. Su pequeño Mateo Israel, de 1 año 9 meses, sufrió una grave caída desde un cuarto piso lo que le ocasionó un trauma craneoencefálico y no volvió a ser el mismo.

Cualquier mujer se habría afligido y hasta muerto en vida, pero Amparito sacó fuerzas de lo más profundo de su corazón y no le importó sacrificar muchas cosas y anhelos que tenía.

Se retiró de la universidad cuando cursaba el cuarto ciclo de ingeniería en sistemas en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), pues Mateito requería de atención en la ciudad de Cuenca y ella decidió, pese a la ayuda que le ofrecieron para cuidarlo, no desamparar a su hijo ni un solo instante.

Relata que pasaba noche y día en los hospitales de Loja y Cuenca, donde Mateito pasó internado 4 meses. Amparito comenta que gracias a Dios en ese lapso ella nunca se enfermó ni se deprimió, sino que se convirtió en una mujer fuerte pese a la dolorosa situación de su hijo.

“No sé ni cómo tuve ese valor”, dice Amparito, aunque señala que seguro es porque se formó en un hogar fuerte junto a sus cuatro hermanos y sus padres Alba Jiménez y Marco Collaguazo.

Es una mujer católica y creyente. Confió la salud de Mateito a la Virgen del Cisne, San Gregorio y Divino Niño Jesús. Su fe es tan grande e inquebrantable como su amor maternal y eso se refleja en la sonrisa del tierno Mateito que de a poco va mejorando notablemente.

El apoyo de su familia, del padre de Mateito y la de los amigos de su querida Catacocha fue fundamental ya que los gastos son y siguen siendo onerosos.

Mateito estudia en la Escuela de Educación Especial Apronjel y va este año a preparatoria. Esta es una gran ayuda para Amparito porque mediante las terapias físicas y de lenguaje Mateito se ha ido independizando.

Es indescriptible y no hay letras que plasmen este amor de madre a hijo. Pero como todo en la vida tiene su recompensa, esta ejemplar madre recibe el mejor pago a su entrega cuando su tierno Mateito le dice “Ampayo”, le da abrazos inmortales y besos mágicos que ella seguro los tiene bien guardados en el alma. (DLH)

PARA SABER

Mateito Israel Torres Collaguazo continúa con sus terapias tanto en el Seguro Social como de forma particular. Su madre estudia y desea trabajar para solventar los gastos de su hijo. Tiene el apoyo de familiares y amigos.