‘Líderes’, ‘jefes’ o ‘pastores’

Santiago Ochoa

Un líder es quién motiva, quien ayuda en el trabajo, es quien piensa en su equipo, en el bienestar en conjunto. Es quien escucha las sugerencias, valora la crítica y mejora constantemente sin importar el puesto que tenga. Un “jefe” (no la posición laboral, sino el comportamiento) es quién da órdenes sobre lo que se debe hacer sin saber hacerlo ni involucrarse, es quién solo le importa su bienestar y quién estará rodeado de aduladores y si alguien cuestiona sus ideas, aunque sea para bien, recibirá fuertes reproches por haber cuestionado lo dicho. Un “pastor” que puede ser un “jefe” pero nunca un “líder” es aquel que lleva a un grupo de gente a hacer lo que el cree correcto, el que le impone ideologías, el que le dice lo que tiene que pensar. Como sociedad ¿queremos líderes, jefes o pastores?

Y si queremos un líder (incluso si queremos ser uno) ¿por qué cuando podemos elegir a una buena persona para que lidere una actividad, generalmente, no la elegimos, o si se la elije, no la dejamos liderar? Al “bueno” se le suele llamar tibio, al que respeta la opinión de los demás, indeciso, al que trata con respeto a los demás, débil, al que da una orden sin “autoritarismos” se le tacha de no tener liderazgo, al nuevo, se lo considera inexperto, etc. En cambio, al que grita, al que impone, al que no escucha etc., muchas veces se le respeta, o se le hace caso por temor. A veces tenemos, los “lideres” que merecemos. Para que exista un líder, debe haber una sociedad que le impulse, para que exista un “jefe” debe haber una sociedad que se deje, y para que exista un pastor, debe haber una sociedad que no piense. Si tenemos un líder en frente, debemos apoyarle, si tenemos un jefe, debemos cuestionarle y si tenemos un pastor, debemos al menos, ser la oveja negra del rebaño. (O)

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