Estado de barbarie

Giovanni Carrión Cevallos

Lo sucedido hace pocos días en Posorja, parroquia rural del Cantón Guayaquil, presenta la radiografía de un Estado en abierta descomposición social. Y es que la atroz muerte de tres ciudadanos a manos de una turba, habla de barbarie y demencia. Resultan injustificables los hechos registrados en esa población, más allá de que las personas detenidas hayan estado acusadas de robo o inclusive de delitos graves como el secuestro de menores, lo cual fue, según se ha dicho, un invento creado y difundido en las redes sociales que derivó en actos de locura y salvajismo sin nombre.

Aún los mayores delincuentes o monstruos sociales deben recibir un juicio justo y estar garantizado el respeto al debido proceso. Esto es fundamental tener presente dentro de un Estado constitucional de derechos y justicia, conforme lo define el Art. 1 de nuestra maltratada Constitución. De no ser así estaríamos regresando a los orígenes de una sociedad primitiva, donde no hay leyes sino el imperio de la fuerza y la violencia.

De ahí que Posorja ha activado alarmas que deben ser escuchadas. Lamentablemente, cuando en un país, por más de diez años, la violencia física y verbal fue el pan con el que se alimentó a los ciudadanos desde las altas esferas del poder, la respuesta es generación de mayor violencia. Si a esto se suma la desinstitucionalización del Estado y la pérdida de credibilidad y confianza en los operadores de justicia, claro con todas las excepciones de estilo, tenemos una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento. A esto se agregan los problemas económicos y sociales, que convierten a este escenario en un cóctel explosivo y mortal.

Posorja, nos muestra con dolor la necesidad de recomponer a un Estado dado al garete, donde el imperio de la ley debe prevalecer ante todo. (O)

@giovannicarrion