Medir, evaluar y calificar

Pablo Escandón Montenegro

Los tres términos parecerían sinónimos, pero no lo son. Bajo la concepción de que son similares, durante los últimos cinco años, por lo menos, se vino calificando la labor de los medios de comunicación para, como en una escuela bancaria, catalogarlos como buenos o malos, para darles una nota de aprobación o reprobación. Eso es calificar, otorgarle una cualidad positiva o negativa.

Medir es un término que muestra el desarrollo evolutivo o involutivo de un proceso. A los niños se les mide la estatura y el peso, para una evaluación. Este proceso no es calificar, la finalidad es la mejora y la corrección de prácticas que no van de acuerdo con la realidad social.

Evaluar a los medios de comunicación como instituciones sociales es una actividad que debe ser realizada constantemente y para ello los organismos públicos deben realizar todas las mediciones posibles: de frecuencia, de uso, de contenido, de pauta, de emisión, de venta. Solo con esa “data”, desde las universidades y centros de investigación se podrán realizar las evaluaciones pertinentes para conocer el verdadero estado de estas instituciones.

Durante estos años, desde la academia se ha venido haciendo el juego al poder político y con datos antojadizos y alejados de la realidad se han emitido calificaciones a medios, que tampoco han sido la perfección del entorno mediático mundial.

Nunca hemos asistido a verdaderos procesos de formación conjunta entre academia, Estado, medios y sociedad; y esto responde a que cada sector siempre ha querido ser parte del poder político en alguna medida, y muchos “intelectuales” y “académicos” han usado su conocimiento para reforzar posturas oficiales encubiertas de progresismo.

La medición y la evaluación no son asépticas, pero ayudan a mantener la muestra alejada de la infección de la calificación.

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