Elecciones 2019 en Ecuador, una jornada llena de aristas

COMIDA. El hornado en Ambato, un platillo infaltable en elecciones.
COMIDA. El hornado en Ambato, un platillo infaltable en elecciones.

No solamente es elegir dignidades, es aprovechar la comida, las ‘galas’ y la unión familiar.

Una mañana ajetreada se vivió en las inmediaciones de los recintos electorales de todo el país. Vendedores ambulantes, ‘agachaditos’ (puestos de comida improvisados), plastificadores y franeleros aprovecharon la multitudinaria concurrencia a la salida de los colegios para ganarse un dinero extra durante la mañana y tarde de ayer.

La costumbre de asistir a votar en familia hizo de la obligación cívica un momento de unión. En muchos casos, las familias ecuatorianas se reunieron en restaurantes, parques y hogares a la espera de los primeros resultados de la votación.

‘Menú electoral’

Las comidas típicas de cada región destacaron en la oferta de los comederos improvisados que abarrotaron las calles. En Los Ríos, cientos de comensales disfrutaron de un menú variado: caldo de salchicha, encebollados, guatita, fritada y bollos se vendían en la calle Bolívar.

En el Guayas, el típico caldo de manguera fue el plato más solicitado. Marisol López, quien trabaja en las calles 18 y Letamendi, señaló que en época de elecciones puede vender hasta 200 platos. «Me hubiese gustado brindar un plato al alcalde (Jaime) Nebot, para que disfrute el buen sabor de la informalidad», dijo.

Carne y choclo asados, chorizos, corviche, empandas, huevos de codornices, jugos y raspados fueron parte de la oferta gastronómica que se observó en las afueras de los diferentes recintos electorales en Santo Domingo. Los comerciantes dijeron que este año las ventas bajaron por causa de la llovizna y el mal clima que se vivió durante la mañana.

En Quito, los vendedores ambulantes endulzaron el día a los votantes con helados de paila, pristiños, emborrajados y espumilla. Los quiteños contrarrestaron el intenso sol de la mañana con una multicolor oferta de jugos, ensaladas de frutas y el popular ‘come y bebe’.

El infaltable hornado tuvo un consumo masivo en la ciudad de Ambato, donde ya es tradición. Un centenar de comerciantes se instalaron desde temprano para recibir a los comensales. Marcia Teneda, quien mantiene esta costumbre con su familia, comentó que esperaba recibir de 400 a 500 clientes durante la jornada electoral.

Oficios ocasionales

En Guayaquil, los ‘franeleros’ o cuidadores de carros aprovecharon la ocasión para llevar un dinero extra a sus hogares. Los cuidadores supieron organizarse para ‘sacarle el jugo’ entre todos a la actividad. En el centro de la ciudad, Marcos Luzuriaga se hizo de un espacio para cuidar motos: “En el fondo, sabemos que detrás de cada uno hay una gran necesidad. No nos conocemos, pero durante la jornada nos hacemos amigos», comentó sonriente.

Un servicio fundamental, que ha alcanzado la sobreoferta en esta fecha, es el de los plastificadores. “La papeleta de votación se la conserva mejor si está plastificada”, es la frase de enganche que ha acompañado los últimos 50 años a José Antonio Torres.

El jubilado cuenta que antes eran contados los plastificadores que acudían a los recintos. Unas cuatro personas máximo. En la actualidad, superan las 20 en cada colegio.

“Hay grupos de familias que ya no llevan una, sino hasta cinco plastificadoras a los recintos”, se lamentó. El precio es otro problema, “empieza en 25 centavos, luego el otro le baja a 20, hasta que termina costando 15. Ya no es rentable este negocio temporal”.

Las mejores galas

Anacos y ‘chales’ de múltiples colores, blusas bordadas, sombreros y alpargatas, son las prendas que utilizaron las mujeres indígenas de la parroquia de Angochagua, en Imbabura, para ir a sufragar.

“Venimos de gala, porque es un día de celebración”, manifestaron. Las mujeres llegaban con sus trajes coloridos, tal y como lo hacen en las fiestas de los ‘raymis’, demostrando que el proceso de elecciones también es una fecha especial para la comunidad indígena.

Aproximadamente 300 dólares es el precio del traje típico completo de las mujeres del Pueblo Karanki. “Hay que venir con la mejor vestimenta, porque es una fecha cívica”, dijo María Pupiales, quien aguardaba en la fila para votar.

Un momento en familia

En Cotopaxi, la comunidad de Poaló recibió a los votantes que llegaron de otras localidades enfundados en ponchos y chales, atados de comida para la fiesta cívica del voto.

Con un frío que calaba en los huesos y el olor de las tortillas cocinadas en leña, los miembros de la comunidad llegaron en camioneta o a pie a votar, pero siempre en familia.

Patricio Pullopaxi, líder indígena, mencionó que el voto se realiza en comunidad: “Todos los miembros de una familia son importantes y por ello es vital que los niños vean como sus padres votan, para que sepan que cuando crezcan tienen una responsabilidad”.

Aquí muchos arman una ‘pamba mesa’, que quiere decir una mesa para compartir, donde todos dan un poco de lo que tienen para que quienes no trajeron nada puedan servirse alimentos.

En Quito, aunque con menor presencia de gente que en cualquier domingo, los parques ratificaron su poder de convocatoria de miles de familias para momentos de distensión y entretenimiento.

Este ambiente dominó la jornada en el único sitio de votación del país ubicado en interior de un parque, el Itchimbía (centro). Los electores se confundían con los visitantes del Palacio de Cristal. En el resto de parques de la ciudad, el flujo de deportistas en la ciudad se vio disminuido por la suspensión del ciclopaseo.

Finalmente, algunos decidieron compartir los momentos previos a la emisión de los primeros resultados en el hogar. La numerosa familia de Eloísa Peláez se reunió en su casa a las puertas del barrio San Juan, en el Centro Histórico de Quito. Al estar tan cerca la Semana Santa, la reunión por las elecciones fue la excusa perfecta para que se haga la primera fanesca del año.

“Nosotros nos criamos en San Juan. Y a pesar de que crecimos y nos mudamos, nunca hemos cambiado nuestro lugar de votación. Las elecciones son momentos para reencontrarnos con nuestras raíces”, dice Hernán Hinojosa, el segundo hijo de Eloísa, quien se encarga de llamar a todos los hermanos para que no falten. (AA)

EL DATO

Hasta 300 dólares cuesta el atuendo indígena de las mujeres del Pueblo Karanki.