Ráfagas de crueldad

Yadira Consuelo Torres

Es un misterio el alma humana, cuando el mundo creyente celebraba este último domingo el triunfo del amor sobre la oscuridad, sobre el odio, sobre la perversidad, de la vida sobre la muerte; las tinieblas volvieron a lanzar ráfagas de crueldad sobre gente inocente. Momentos para reflexionar sobre el desconocimiento completo de lo que es el amor, la paz, la solidaridad. Algunos seres humanos parecen carecer de conciencia, de sentimientos. Cómo podemos pedir entonces sensibilidad si lo único que puede arrojar el corazón en esas condiciones es odio, muerte e insensibilidad.

Sri Lanka fue víctima de la intolerancia, del odio y una doble dosis de ignorancia que laceró la sensibilidad del resto de la humanidad, que ajena a fanatismos depravados deseaba tener una conexión que le permita vivir un reencuentro con su paz interior, con su tranquilidad.

Cómo puede el ser humano dejarse arrastrar por la maldad, a tal punto de perder el alma y el cerebro para convertirse en un títere manipulado por los bajos instintos. Pensar diferente no es sinónimo de violencia, de actos siniestros, de exterminarnos los unos a los otros.

La misión que tenemos cada uno desde el lugar que nos encontremos es invocar por el razonamiento, la paz y la armonía en el mundo, para que vientos de bondad circunden la voluntad y el buen sentir del corazón. Que el Padre Celestial con su infinito poder cese el dolor que aflige a los familiares de las numerosas víctimas de este absurdo ataque y conceda luz para aquellas conciencias que están viviendo en la más absoluta oscuridad.

El mensaje de la resurrección es la edificación de una humanidad solidaria y respetuosa de todo credo, para que entonces retornar a tiempos de los primeros cristianos, donde las persecuciones eran símbolo de intolerancia y crueldad. (O)

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