El sumak kawsay, ¿un discurso idílico?

Paulo César Carrión

El sumak kawsay, dentro de su interpretación más fidedigna “vida en plenitud”, se levanta como una idea emancipadora de progreso, una idea que instrumentaliza una crítica profunda a un sistema económico de agotamiento, una idea revolucionaria que ha sido objeto de significados retóricos y no ha evolucionado en una estrategia menos en una propuesta de “desarrollo”.

En 2008 con el reconocimiento de nuestras raíces milenarias en la Carta Magna, el sumak kawsay aparece como un principio constitucional, que si bien no tiene un supuesto de hecho se estima esencial en la fundamentación del Estado ecuatoriano, por lo cual se concibe también como objetivo, en tal sentido toda la política gubernamental debería estar dirigida a su consecución, sin embargo, pareciera que el sumak kawsay está completamente alejado de todo esto.

Desde el garantismo que se manifiesta como arquetipo en la última Constitución, con el PNBV en todas sus etapas, luego con el Plan Estratégico para el Cambio de la Matriz Productiva y finalmente con el PND, ha pasado más de una década y aun no existen indicadores que nos permitan evaluar, si es que estamos fuera de una economía de exterminio, o al menos entrando a una economía de subsistencia; se podría asumir por lo tanto que el sumak kawsay se encuentra aprisionado dentro de un modelo desarrollista en donde el neo-extractivismo, la minería a gran escala, y una Amazonía deforestada, forman parte de una lógica de vicio en donde se monetiza y mercantiliza todo.

En todo caso, el camino al sumak kawsay es un proceso político que sugiere incorporar una democracia viva, superar una visión reduccionista de desarrollo, y cambiar estructuralmente la orientación de las políticas estatales, eso significa desmantelar el Estado y procurar la construcción de un Estado para todos. (O)

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