Ajedrez de ratas

Kléber Mantilla Cisneros

La cultura política ecuatoriana requiere renovar algunas categorías antes de las elecciones presidenciales de 2021. Algunas artimañas, que aparecen desde agendas personalistas, permiten un raudo análisis clave antes de sugerir cualquier ‘outsider’ que pueda llegar a Carondelet y proponer cómo sacar a los rateros: acabar con la anarquía institucional de jueces, cortes y fiscales, satisfacer a las élites económicas y cumplir con las expectativas ciudadanas en democracia.

Lo primero viene de la idolatría boba del correato desquiciado, con copia en la Argentina de Cristina Kirchner; que intenta colocar, otra vez, al saqueador mafioso, capo de la quebrada ‘revolución’ de fantasías como vicepresidente, cual síndrome de Estocolmo que enamora a las víctimas de sus mismos secuestradores. No importa que él esté de picada, prófugo y con delirios persecutorios. La esencia del canibalismo político refleja la traición entre jerarcas.

Este hoy usa un cura histriónico, prepotente y anodino, tan farsante y mediocre como para arrastrar sus acólitos a un juicio político fulminante y autoincinerarse en un despeñadero. Empero, el buen ajedrez mueve alfiles, peones y torres: el Alcalde de Quito llevaría la posta; y el jaque, pero, habrá que reinventar la elección de Reina, el juego de 40, imponer impuestos a los extranjeros adueñados de las ventas callejeras; y, regalar suficientes perros para escalar posiciones. Otra jugada macabra que tendrá que acoplarse a los taxistas de mentalidad medieval y a esas efusivas convocatorias para profanar la historia y exterminar la tecnología del siglo XXI por decreto. ¿Acaso será posible sacar plataformas de Internet a piedrazos e insultos?

Una segunda escena política visible es de la oposición fraccionada al máximo. Un caos sin rostro ni planteamientos coherentes para contrarrestar la pobreza y brindar seguridad, trabajo, educación y salud. Esta comprende a grupos de contraposición a un gobernante incompetente porque se pasa un tercio del año de viaje. Ahí, los antagonistas lanzan nombres como si fuera la letra de un canto gregoriano. Una opereta de Lassos, Nebots, Larreas, Páez, Baldas y los que sumen incertidumbre y ruptura. Todos dispuestos al revés monumental de las urnas. Al vaivén del oportunismo en sala de espera aunque con esa sensatez numérica del endeudamiento, la invasión de migrantes y la violencia cotidiana escalando en cárceles, calles y femicidios en hogares.

Al final, la ruta vertiginosa de la mentira política dilata la apatía y sigue en eco. ¡Qué se vayan todos!

[email protected]
@klebermantillac