Prioridad

Jaime A. Guzmán R.

Entre una constelación de seres indigentes, el de un niño de 4 años de edad se ubica en un lugar preeminente. Es uno de 5 hermanos. El padre falleció. La madre gana un promedio de $ 120,00 mensuales. Vende golosinas en las calles. Vive en un cuarto en un lugar precario de nuestra ciudad. El techo es de latas viejas. Las paredes son de tabla. Los demás hijos visten harapos. Su principal alimento es el guineo verde. Sus privaciones son incontables. La madre está desesperada. Pasan los días y no se percibe una salida.

Perverso problema de la sociedad ecuatoriana, combatido únicamente con tibias hebras de solidaridad que se introducen por las rendijas de las ventanas, es un asunto grave.

Valoro en todo su sentido la ayuda que ciertas entidades públicas y privadas han dado otorgado a esta familia, pero el aprieto sigue latente igual que en otros casos.

En un mundo con avances formidables por la ciencia y amenazado por el aniquilamiento, ciertos derechos -sobre todo el caso presente- ya no pueden ser solucionados por ninguna persona ni por los gobiernos locales. Hay que crear organismos nacionales que garanticen una solución eficaz y el único embrión capaz de lograrlo es el gobierno central, creando una organización de ayuda exclusiva, independiente, no política, no utilitarista, no sectaria que ayude en forma responsable a estos niños y por supuesto a sus padres.

La creación de un organismo gubernamental especializado y dirigido taxativamente a esta materia, cualquiera sea su costo, quedaría ampliamente compensado si ha de permitir un auxilio rápido y eficaz; usar, cuando sea necesario, cualquier medio que permita salvar a tan ingentes seres humanos. ¿Por qué no hacer en tiempos de paz, lo que no se vacila en hacer en tiempos de guerras? (O)