La fuerza oportunista

Lucía Margarita Figueroa Robles

Por naturaleza el ser humano piensa diferente, tiene sus creencias, convicciones, y siendo leal a este principio de pertenencia e identidad, debería mantenerse firme y defenderlas hasta el final. De ahí que nuestro comportamiento obedece a la interacción de procesos cognitivos básicos como, la percepción, atención, memoria, pensamiento, lenguaje, junto a las emociones que desencadenarán nuestro proceder en algún espacio de tiempo. Pero así como hay personas que luchan y defienden su postura porque la consideran valedera, existen también quienes no están ni de un lado, ni del otro, me refiero a los “tibios”, los “oportunistas”, aquellos ensimismados en la comodidad y conveniencia, que poseen una personalidad estoica, pero una vez terminado el juego del ajedrez, serán los primeros en salir a apoyar y elogiar al bando ganador. Estos individuos que no poseen empatía por los demás, pueden mostrar como un rasgo psicológico, una apariencia de “sinceridad” con efectos de manipulación, siendo siempre personas frías y calculadoras, rodeándose de quienes consideren influyentes en determinado momento, y jugando un papel de víctimas para llegar a ocupar un puesto o el cargo tan anhelado, aprovechándose del “chantaje emocional” del cual han sido los principales promotores, al inyectar persuasivamente climas de discordia. Frente a la crisis que atravesamos los ecuatorianos, se vislumbran estas patologías, que dejan mucho que desear. Ya que merece todo nuestro respeto quien siente que las decisiones tomadas por el gobierno han sido acertadas porque desde su reflexión es la única manera de corregir el estancamiento económico, frente a un abultado déficit fiscal y endeudamiento; y así mismo las organizaciones indígenas que exigen por el contrario la derogación del decreto que liberó los combustibles, al sentirla una medida antipopular. Pero así mismo aprovechándose de estas posiciones se ubican los infiltrados que en definitiva son quienes generan el caos en un país de oportunismo. (O)

[email protected]

Lucía Margarita Figueroa Robles

Por naturaleza el ser humano piensa diferente, tiene sus creencias, convicciones, y siendo leal a este principio de pertenencia e identidad, debería mantenerse firme y defenderlas hasta el final. De ahí que nuestro comportamiento obedece a la interacción de procesos cognitivos básicos como, la percepción, atención, memoria, pensamiento, lenguaje, junto a las emociones que desencadenarán nuestro proceder en algún espacio de tiempo. Pero así como hay personas que luchan y defienden su postura porque la consideran valedera, existen también quienes no están ni de un lado, ni del otro, me refiero a los “tibios”, los “oportunistas”, aquellos ensimismados en la comodidad y conveniencia, que poseen una personalidad estoica, pero una vez terminado el juego del ajedrez, serán los primeros en salir a apoyar y elogiar al bando ganador. Estos individuos que no poseen empatía por los demás, pueden mostrar como un rasgo psicológico, una apariencia de “sinceridad” con efectos de manipulación, siendo siempre personas frías y calculadoras, rodeándose de quienes consideren influyentes en determinado momento, y jugando un papel de víctimas para llegar a ocupar un puesto o el cargo tan anhelado, aprovechándose del “chantaje emocional” del cual han sido los principales promotores, al inyectar persuasivamente climas de discordia. Frente a la crisis que atravesamos los ecuatorianos, se vislumbran estas patologías, que dejan mucho que desear. Ya que merece todo nuestro respeto quien siente que las decisiones tomadas por el gobierno han sido acertadas porque desde su reflexión es la única manera de corregir el estancamiento económico, frente a un abultado déficit fiscal y endeudamiento; y así mismo las organizaciones indígenas que exigen por el contrario la derogación del decreto que liberó los combustibles, al sentirla una medida antipopular. Pero así mismo aprovechándose de estas posiciones se ubican los infiltrados que en definitiva son quienes generan el caos en un país de oportunismo. (O)

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Por naturaleza el ser humano piensa diferente, tiene sus creencias, convicciones, y siendo leal a este principio de pertenencia e identidad, debería mantenerse firme y defenderlas hasta el final. De ahí que nuestro comportamiento obedece a la interacción de procesos cognitivos básicos como, la percepción, atención, memoria, pensamiento, lenguaje, junto a las emociones que desencadenarán nuestro proceder en algún espacio de tiempo. Pero así como hay personas que luchan y defienden su postura porque la consideran valedera, existen también quienes no están ni de un lado, ni del otro, me refiero a los “tibios”, los “oportunistas”, aquellos ensimismados en la comodidad y conveniencia, que poseen una personalidad estoica, pero una vez terminado el juego del ajedrez, serán los primeros en salir a apoyar y elogiar al bando ganador. Estos individuos que no poseen empatía por los demás, pueden mostrar como un rasgo psicológico, una apariencia de “sinceridad” con efectos de manipulación, siendo siempre personas frías y calculadoras, rodeándose de quienes consideren influyentes en determinado momento, y jugando un papel de víctimas para llegar a ocupar un puesto o el cargo tan anhelado, aprovechándose del “chantaje emocional” del cual han sido los principales promotores, al inyectar persuasivamente climas de discordia. Frente a la crisis que atravesamos los ecuatorianos, se vislumbran estas patologías, que dejan mucho que desear. Ya que merece todo nuestro respeto quien siente que las decisiones tomadas por el gobierno han sido acertadas porque desde su reflexión es la única manera de corregir el estancamiento económico, frente a un abultado déficit fiscal y endeudamiento; y así mismo las organizaciones indígenas que exigen por el contrario la derogación del decreto que liberó los combustibles, al sentirla una medida antipopular. Pero así mismo aprovechándose de estas posiciones se ubican los infiltrados que en definitiva son quienes generan el caos en un país de oportunismo. (O)

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Por naturaleza el ser humano piensa diferente, tiene sus creencias, convicciones, y siendo leal a este principio de pertenencia e identidad, debería mantenerse firme y defenderlas hasta el final. De ahí que nuestro comportamiento obedece a la interacción de procesos cognitivos básicos como, la percepción, atención, memoria, pensamiento, lenguaje, junto a las emociones que desencadenarán nuestro proceder en algún espacio de tiempo. Pero así como hay personas que luchan y defienden su postura porque la consideran valedera, existen también quienes no están ni de un lado, ni del otro, me refiero a los “tibios”, los “oportunistas”, aquellos ensimismados en la comodidad y conveniencia, que poseen una personalidad estoica, pero una vez terminado el juego del ajedrez, serán los primeros en salir a apoyar y elogiar al bando ganador. Estos individuos que no poseen empatía por los demás, pueden mostrar como un rasgo psicológico, una apariencia de “sinceridad” con efectos de manipulación, siendo siempre personas frías y calculadoras, rodeándose de quienes consideren influyentes en determinado momento, y jugando un papel de víctimas para llegar a ocupar un puesto o el cargo tan anhelado, aprovechándose del “chantaje emocional” del cual han sido los principales promotores, al inyectar persuasivamente climas de discordia. Frente a la crisis que atravesamos los ecuatorianos, se vislumbran estas patologías, que dejan mucho que desear. Ya que merece todo nuestro respeto quien siente que las decisiones tomadas por el gobierno han sido acertadas porque desde su reflexión es la única manera de corregir el estancamiento económico, frente a un abultado déficit fiscal y endeudamiento; y así mismo las organizaciones indígenas que exigen por el contrario la derogación del decreto que liberó los combustibles, al sentirla una medida antipopular. Pero así mismo aprovechándose de estas posiciones se ubican los infiltrados que en definitiva son quienes generan el caos en un país de oportunismo. (O)

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