Duras lecciones

Gabriel U. García T.

La violenta jornada que vivió el Ecuador, si no queremos que se repita, debe ser estudiada y, sus lecciones, aprendidas.

La primera enseñanza que nos deja, es la necesidad de profundizar nuestra democracia. Las personas quieren debatir sobre aquellas cosas importantes para su vida. Las decisiones trascendentes deben ser fruto del consenso. Las imposiciones no tienen cabida en tiempos de Internet y otras modernidades.

Por otra parte, queda clara la necesidad de luchar contra la pobreza. Casi cuatro millones y medio de personas, viviendo en condiciones extremadamente difíciles, son un inmenso combustible para el populismo. Hay que generar empleo, superar inequidades y entender que, el Estado, necesita una forma diferente de administración. El modelo centralista está agotado. Debemos pensar en una democracia de cercanías que, tal vez, se puede conseguir, de mejor manera, en una estructura federal.

En tercer lugar debemos superar el racismo y la aporofobia. Quizás, después de lamentar, inmensamente, las pérdidas humanas, la mayor derrota que sufrió el Ecuador, fue ver como emergieron sentimientos de supuesta superioridad y desprecio hacia los semejantes. Debemos rechazar la actuación de cualquier ciudadano cuando atenta contra bienes públicos o privados. Ninguna protesta, por justa que sea, otorga patente de corso para el caos y el vandalismo. Pero tampoco ninguna reacción, aún siendo justificada, puede despreciar a un ser humano por su origen o condiciones económicas.

La nación necesita volver a encontrarse. Hay inmensos retos que nos unen. Aumentar el número de plazas de trabajo es, quizás, el más urgente. Esto solo se logra en un ambiente de paz, donde el enemigo no sea el prójimo sino el desempleo. Ojalá nuestros políticos estén a la altura de este histórico momento. La historia los juzgará. (O)

@gulpiano1

Gabriel U. García T.

La violenta jornada que vivió el Ecuador, si no queremos que se repita, debe ser estudiada y, sus lecciones, aprendidas.

La primera enseñanza que nos deja, es la necesidad de profundizar nuestra democracia. Las personas quieren debatir sobre aquellas cosas importantes para su vida. Las decisiones trascendentes deben ser fruto del consenso. Las imposiciones no tienen cabida en tiempos de Internet y otras modernidades.

Por otra parte, queda clara la necesidad de luchar contra la pobreza. Casi cuatro millones y medio de personas, viviendo en condiciones extremadamente difíciles, son un inmenso combustible para el populismo. Hay que generar empleo, superar inequidades y entender que, el Estado, necesita una forma diferente de administración. El modelo centralista está agotado. Debemos pensar en una democracia de cercanías que, tal vez, se puede conseguir, de mejor manera, en una estructura federal.

En tercer lugar debemos superar el racismo y la aporofobia. Quizás, después de lamentar, inmensamente, las pérdidas humanas, la mayor derrota que sufrió el Ecuador, fue ver como emergieron sentimientos de supuesta superioridad y desprecio hacia los semejantes. Debemos rechazar la actuación de cualquier ciudadano cuando atenta contra bienes públicos o privados. Ninguna protesta, por justa que sea, otorga patente de corso para el caos y el vandalismo. Pero tampoco ninguna reacción, aún siendo justificada, puede despreciar a un ser humano por su origen o condiciones económicas.

La nación necesita volver a encontrarse. Hay inmensos retos que nos unen. Aumentar el número de plazas de trabajo es, quizás, el más urgente. Esto solo se logra en un ambiente de paz, donde el enemigo no sea el prójimo sino el desempleo. Ojalá nuestros políticos estén a la altura de este histórico momento. La historia los juzgará. (O)

@gulpiano1

Gabriel U. García T.

La violenta jornada que vivió el Ecuador, si no queremos que se repita, debe ser estudiada y, sus lecciones, aprendidas.

La primera enseñanza que nos deja, es la necesidad de profundizar nuestra democracia. Las personas quieren debatir sobre aquellas cosas importantes para su vida. Las decisiones trascendentes deben ser fruto del consenso. Las imposiciones no tienen cabida en tiempos de Internet y otras modernidades.

Por otra parte, queda clara la necesidad de luchar contra la pobreza. Casi cuatro millones y medio de personas, viviendo en condiciones extremadamente difíciles, son un inmenso combustible para el populismo. Hay que generar empleo, superar inequidades y entender que, el Estado, necesita una forma diferente de administración. El modelo centralista está agotado. Debemos pensar en una democracia de cercanías que, tal vez, se puede conseguir, de mejor manera, en una estructura federal.

En tercer lugar debemos superar el racismo y la aporofobia. Quizás, después de lamentar, inmensamente, las pérdidas humanas, la mayor derrota que sufrió el Ecuador, fue ver como emergieron sentimientos de supuesta superioridad y desprecio hacia los semejantes. Debemos rechazar la actuación de cualquier ciudadano cuando atenta contra bienes públicos o privados. Ninguna protesta, por justa que sea, otorga patente de corso para el caos y el vandalismo. Pero tampoco ninguna reacción, aún siendo justificada, puede despreciar a un ser humano por su origen o condiciones económicas.

La nación necesita volver a encontrarse. Hay inmensos retos que nos unen. Aumentar el número de plazas de trabajo es, quizás, el más urgente. Esto solo se logra en un ambiente de paz, donde el enemigo no sea el prójimo sino el desempleo. Ojalá nuestros políticos estén a la altura de este histórico momento. La historia los juzgará. (O)

@gulpiano1

Gabriel U. García T.

La violenta jornada que vivió el Ecuador, si no queremos que se repita, debe ser estudiada y, sus lecciones, aprendidas.

La primera enseñanza que nos deja, es la necesidad de profundizar nuestra democracia. Las personas quieren debatir sobre aquellas cosas importantes para su vida. Las decisiones trascendentes deben ser fruto del consenso. Las imposiciones no tienen cabida en tiempos de Internet y otras modernidades.

Por otra parte, queda clara la necesidad de luchar contra la pobreza. Casi cuatro millones y medio de personas, viviendo en condiciones extremadamente difíciles, son un inmenso combustible para el populismo. Hay que generar empleo, superar inequidades y entender que, el Estado, necesita una forma diferente de administración. El modelo centralista está agotado. Debemos pensar en una democracia de cercanías que, tal vez, se puede conseguir, de mejor manera, en una estructura federal.

En tercer lugar debemos superar el racismo y la aporofobia. Quizás, después de lamentar, inmensamente, las pérdidas humanas, la mayor derrota que sufrió el Ecuador, fue ver como emergieron sentimientos de supuesta superioridad y desprecio hacia los semejantes. Debemos rechazar la actuación de cualquier ciudadano cuando atenta contra bienes públicos o privados. Ninguna protesta, por justa que sea, otorga patente de corso para el caos y el vandalismo. Pero tampoco ninguna reacción, aún siendo justificada, puede despreciar a un ser humano por su origen o condiciones económicas.

La nación necesita volver a encontrarse. Hay inmensos retos que nos unen. Aumentar el número de plazas de trabajo es, quizás, el más urgente. Esto solo se logra en un ambiente de paz, donde el enemigo no sea el prójimo sino el desempleo. Ojalá nuestros políticos estén a la altura de este histórico momento. La historia los juzgará. (O)

@gulpiano1