La caída del Muro

Gustavo Ortiz Hidalgo

Hace 30 años cayó el «Muro de Berlín». Pocas veces los escombros de cemento han representado tanto; bajo ellos quedó sepultado el denominado «socialismo real», creado a partir de la lucha revolucionaria del pueblo ruso por liberarse de la monarquía zarista y transformar una sociedad que les negaba el mejoramiento de sus condiciones de vida. El resultado fue la fundación del primer estado socialista sustentado en el marxismo. Estuvo liderado por Lenin, quien hizo realidad, en condiciones diferentes, las tesis de Marx y Engels, creando paralelamente una doctrina renovada: el «marxismo leninismo».

La Rusia socialista de 1917 se convirtió en un estado poderoso: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Su decisiva contribución a la derrota del nazismo de Hitler produjo la creación de otros estados socialistas en Europa Oriental. Fue el inicio de la denominada «guerra fría», que enfrentó a los estados socialistas del «Pacto de Varsovia» con los estados capitalistas agrupados en la «Organización del Tratado del Atlántico Norte».

Cuando menos se esperaba, el socialismo se desmoronó en la Unión Soviética, produciendo un «efecto dominó» que significó la destrucción de todos los estados socialistas de Europa Oriental, proceso que se simbolizó, en 1989, con la caída del «Muro de Berlín», que durante 28 años había separado a la nación alemana.

¿La derrota del «socialismo real» implicó el triunfo histórico del capitalismo? Pienso que no. Solo fue una victoria pírrica en contra del afán permanente de la humanidad por conquistar la equidad social; es decir, por destruir otro muro, aquel que hace posible que la riqueza se concentre en pocas manos. No obstante, la lección es clara: la equidad social no puede concebirse sin la libertad de las personas y el respeto a los derechos humanos. (O)

[email protected]

Gustavo Ortiz Hidalgo

Hace 30 años cayó el «Muro de Berlín». Pocas veces los escombros de cemento han representado tanto; bajo ellos quedó sepultado el denominado «socialismo real», creado a partir de la lucha revolucionaria del pueblo ruso por liberarse de la monarquía zarista y transformar una sociedad que les negaba el mejoramiento de sus condiciones de vida. El resultado fue la fundación del primer estado socialista sustentado en el marxismo. Estuvo liderado por Lenin, quien hizo realidad, en condiciones diferentes, las tesis de Marx y Engels, creando paralelamente una doctrina renovada: el «marxismo leninismo».

La Rusia socialista de 1917 se convirtió en un estado poderoso: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Su decisiva contribución a la derrota del nazismo de Hitler produjo la creación de otros estados socialistas en Europa Oriental. Fue el inicio de la denominada «guerra fría», que enfrentó a los estados socialistas del «Pacto de Varsovia» con los estados capitalistas agrupados en la «Organización del Tratado del Atlántico Norte».

Cuando menos se esperaba, el socialismo se desmoronó en la Unión Soviética, produciendo un «efecto dominó» que significó la destrucción de todos los estados socialistas de Europa Oriental, proceso que se simbolizó, en 1989, con la caída del «Muro de Berlín», que durante 28 años había separado a la nación alemana.

¿La derrota del «socialismo real» implicó el triunfo histórico del capitalismo? Pienso que no. Solo fue una victoria pírrica en contra del afán permanente de la humanidad por conquistar la equidad social; es decir, por destruir otro muro, aquel que hace posible que la riqueza se concentre en pocas manos. No obstante, la lección es clara: la equidad social no puede concebirse sin la libertad de las personas y el respeto a los derechos humanos. (O)

[email protected]

Gustavo Ortiz Hidalgo

Hace 30 años cayó el «Muro de Berlín». Pocas veces los escombros de cemento han representado tanto; bajo ellos quedó sepultado el denominado «socialismo real», creado a partir de la lucha revolucionaria del pueblo ruso por liberarse de la monarquía zarista y transformar una sociedad que les negaba el mejoramiento de sus condiciones de vida. El resultado fue la fundación del primer estado socialista sustentado en el marxismo. Estuvo liderado por Lenin, quien hizo realidad, en condiciones diferentes, las tesis de Marx y Engels, creando paralelamente una doctrina renovada: el «marxismo leninismo».

La Rusia socialista de 1917 se convirtió en un estado poderoso: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Su decisiva contribución a la derrota del nazismo de Hitler produjo la creación de otros estados socialistas en Europa Oriental. Fue el inicio de la denominada «guerra fría», que enfrentó a los estados socialistas del «Pacto de Varsovia» con los estados capitalistas agrupados en la «Organización del Tratado del Atlántico Norte».

Cuando menos se esperaba, el socialismo se desmoronó en la Unión Soviética, produciendo un «efecto dominó» que significó la destrucción de todos los estados socialistas de Europa Oriental, proceso que se simbolizó, en 1989, con la caída del «Muro de Berlín», que durante 28 años había separado a la nación alemana.

¿La derrota del «socialismo real» implicó el triunfo histórico del capitalismo? Pienso que no. Solo fue una victoria pírrica en contra del afán permanente de la humanidad por conquistar la equidad social; es decir, por destruir otro muro, aquel que hace posible que la riqueza se concentre en pocas manos. No obstante, la lección es clara: la equidad social no puede concebirse sin la libertad de las personas y el respeto a los derechos humanos. (O)

[email protected]

Gustavo Ortiz Hidalgo

Hace 30 años cayó el «Muro de Berlín». Pocas veces los escombros de cemento han representado tanto; bajo ellos quedó sepultado el denominado «socialismo real», creado a partir de la lucha revolucionaria del pueblo ruso por liberarse de la monarquía zarista y transformar una sociedad que les negaba el mejoramiento de sus condiciones de vida. El resultado fue la fundación del primer estado socialista sustentado en el marxismo. Estuvo liderado por Lenin, quien hizo realidad, en condiciones diferentes, las tesis de Marx y Engels, creando paralelamente una doctrina renovada: el «marxismo leninismo».

La Rusia socialista de 1917 se convirtió en un estado poderoso: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Su decisiva contribución a la derrota del nazismo de Hitler produjo la creación de otros estados socialistas en Europa Oriental. Fue el inicio de la denominada «guerra fría», que enfrentó a los estados socialistas del «Pacto de Varsovia» con los estados capitalistas agrupados en la «Organización del Tratado del Atlántico Norte».

Cuando menos se esperaba, el socialismo se desmoronó en la Unión Soviética, produciendo un «efecto dominó» que significó la destrucción de todos los estados socialistas de Europa Oriental, proceso que se simbolizó, en 1989, con la caída del «Muro de Berlín», que durante 28 años había separado a la nación alemana.

¿La derrota del «socialismo real» implicó el triunfo histórico del capitalismo? Pienso que no. Solo fue una victoria pírrica en contra del afán permanente de la humanidad por conquistar la equidad social; es decir, por destruir otro muro, aquel que hace posible que la riqueza se concentre en pocas manos. No obstante, la lección es clara: la equidad social no puede concebirse sin la libertad de las personas y el respeto a los derechos humanos. (O)

[email protected]