Nadie ha visto jamás un átomo

Carlos Enrique Correa Jaramillo

¿Se debe ver para creer? ¿O se puede creer sin ver?

El ser humano siempre ha buscado lo verdadero, lo real. A nadie puede interesarle lo falso o ficticio, porque todos queremos tener bases seguras para tomar decisiones acertadas. Todos necesitamos saber, por ejemplo, qué plantas son venenosas y qué plantas nos sirven como alimento. O necesitamos saber qué materiales nos pueden servir para guarecernos del frío y poder utilizar un ropaje adecuado.

Mediante el razonamiento inductivo y en base de las percepciones sensitivas, el hombre ha ido conociendo el mundo exterior. La experiencia le ha permitido saber que el agua líquida puede convertirse en hielo y viceversa.

Pero una cosa es conocer y otra distinta es creer. Aclaro esto con un ejemplo: cuando todo el mundo creía que la Tierra era plana, hubo alguien que creyó que era redonda. Pues bien, tanto los que creían que era plana como el que creía que era redonda, no tenían todavía el conocimiento. Una vez que se realizó el viaje de circunvalación a la Tierra, fue cuando se tuvo el conocimiento de que la Tierra era redonda. Esto significó que, de la creencia, se pasó al conocimiento, terminándose así las dos creencias.

Hay ocasiones en que creemos en algo o alguien, aunque nunca quizá lleguemos a verificar esa creencia. Esto es completamente normal: todos creemos en algo aunque no lo hayamos visto.

Me sirvo de otro ejemplo: yo había creído que existían los átomos tal como nos lo pintaban nuestros maestros del colegio en la pizarra: un núcleo y una envoltura con protones, electrones, etc. Sin embargo, fue para mí una sorpresa mayúscula cuando me enteré de que nadie había visto jamás un átomo, porque son tan pequeños que ni los microscopios más potentes podían mostrarlos cómo son. A pesar de esto, sigo creyendo que así son los átomos y que existen realmente. Tal vez moriré y no se llegará todavía a ver un átomo de hidrógeno, que es el más pequeño de todos. Y es lo que todos creemos.

Así que se cree sin ver. Cuando se llega a ver, se llega a conocer y se torna en creencia. Mucho más: todos tenemos muchas creencias, algunas de ellas inconscientes. (O)

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