Moreno cuenta los días para irse

Pudo ser una frase al paso, pero decidora del ánimo del presidente, a menos de un año de acabar su período: “no me interesa ser popular. ¿Quién ha dicho que quiero que me recuerden? Lo único que me interesa es hacer lo correcto en el presente. Lo demás no me importa”. Lo refleja el 14,7% de aceptación que tiene.

Tentaciones para dejarlo todo no faltaron, especialmente desde octubre pasado y con la declaratoria de estado de excepción por la propagación del Covid-19 en el país. Que es “la peor situación por la que ha pasado Ecuador en toda su historia” no se puede negar. Que el régimen de Correa dejó la bomba instalada (sin ahorros, con una corrupción afinada y la economía en soletas), también.

Pero, lo que debió ser un gobierno de transición se salió de control. Grupos alrededor del mandatario, que también pulularon durante el correísmo, hicieron lo demás, dando la impresión de que nada cambió. La diferencia es que con Correa el petróleo tuvo precios inusitados (lo que incidió en el desaforado gasto), mientras a Moreno le cayeron encima todas las plagas, pero también ha sido víctima de sus propios errores. Inadmisible mantener en el exterior a tanta parentela del círculo de poder.

Los niveles de desempleo, desigualdad, pobreza e inseguridad serán los principales problemas en el último año de gestión de Moreno, por la crisis existente, agravada por la pandemia, que paralizó la economía desde mediados de marzo.

Hay síntomas preocupantes: un informe del Centro de Inteligencia Estratégica (ex Senaín) señala que existen 245 comités de defensa de la revolución ciudadana en Quito (incitaron a la violencia de octubre pasado, con complicidad del movimiento indígena), que esperan una orden desde Bélgica para actuar.

Otros grupos, como el ex MPD, el FUT, la FEUE, las universidades públicas, la Conaie y trabajadores despedidos o de empresas liquidadas por el gobierno en algunas partes del país, especialmente en Quito, están saliendo a protestar pese a las restricciones de movilidad y distancia social vigentes.

Más de setenta días de confinamiento, controles y sanciones a quienes incumplen los decretos de excepción van creando las condiciones para un estallido social, con consecuencias imprevisibles, a lo que se suma la escasa capacidad de negociación de un gobierno sin credibilidad, con gestores políticos desacreditados, que buscan “salvar los muebles” en período preelectoral y una asamblea de incompetentes, que solo piensa en su beneficio. Por eso, Moreno cuenta los días para irse…