La jueza de Trump evita pronunciarse sobre el aborto, las armas y la religión

Redacción WASHINGTON

La jueza ultraconservadora Amy Coney Barrett, nominada para el Tribunal Supremo por el presidente de EE.UU., Donald Trump, encajó ayer los golpes de los senadores demócratas sin perder la compostura y sin ofrecer siquiera una pista acerca de cómo fallará en casos tan importantes relacionados con el aborto o el futuro del Obamacare.

«Los jueces no pueden levantarse un día y decir: tengo una agenda, me gustan las armas, odio las armas; me gusta el aborto, odio el aborto. Y simplemente andar por ahí como una reina e imponer su voluntad al mundo», dijo con cierta ironía Barrett durante el segundo día de audiencias en el comité judicial del Senado. EFE