Orquesta electoral

Las elecciones presidenciales, cuando se vuelven conflictivas y pasan a una escena de tensión masiva, confirman el talante de un Estado malogrado, equivocado e incomprensible. Más complicado, no solo legitimar candidatos hinchados por el ego, sino definir quién es un líder, combatiente y defensor de las máximas conquistas de las libertades y de los principios democráticos por excelencia. Desde el paso de Rafael Correa por Carondelet, la crisis ética y el relativismo moral en los procesos electorales, transformó la política en un juego calculado de manipulación de masas. Un falseamiento grosero de la realidad para evitar la rendición de cuentas, mantener la impunidad y acelerar la corrupción y narcotráfico.

Peter Sloterdijk, en su libro, ‘Crítica de la razón cínica’ explica que cuando hay sobre actuación, engaño electoral y falsa conciencia en la exposición de ideales como el progreso, verdad, diálogo y razón; es porque un país aprendió a convivir en completa superioridad del cinismo. Tal cual, el estilo político que impuso el correísmo, cuyo aire fascista delictivo se propagó hasta nuestros días. Ahora opera a través de mafias internas y externas que usan y abusan de eufemismos y neo-lengua para denominar situaciones de gravedad provocada. Por ejemplo, el fraude electoral no existe sino el simple choque de intereses entre la ‘banca chulquera’ y los ‘grupos de indígenas violentos’ –sin anotar su participación golpista e incendiaria en Quito-. Luego se autoproclaman la primera fuerza política, con un 30% de los votos contabilizados el pasado 7-F; pero, no añaden el rechazo monumental del 70% de la población restante que le quiere ver preso al prófugo Correa y a toda su corte, con grilletes y en la cárcel de Latacunga.

Como van las cosas, el delfín del cinismo, prótesis de Correa, marioneta de hilos y uñas, incluso cree tener capacidad de escoger entre el zorro y el león, del que hablaba Maquiavelo. ‘El león que no se puede defender contra las trampas y el zorro que no se puede defender contra los lobos’.

Por un lado, el candidato Yaku para descubrir las trampas; y, por otro, la dupla Lasso-Nebot, para aterrorizar a los lobos. En este contexto, para salvaguardar ciertos preceptos del orden y apretar su relativismo moral, ellos consideran más fácil ganar en las urnas tras el guión empolvado del ‘feriado bancario y la larga noche neoliberal’. Lo que no explican es, ¿cómo la politiquería, clientelismo y esas parcelas burocráticas pierden la guerra por enfrentar a un enemigo común a todos? ¿Y por qué votamos una gran mayoría contra la corrupción y el saqueo público? Sin duda, la virtud de una patria está en su actitud al enfrentar hechos complejos, los mismos que nos pasan a lo largo de la vida. Con disciplina, orden, organización, transparencia, paciencia, unidad, alegría y mucha música. ¡Venceremos!

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@kleber_mantilla