Las pequeñas cosas

Víctor Corcoba
Víctor Corcoba Herrero

Cada despertar es el inicio de un principiante recomenzar, de una nueva vida que se hace a través de pequeñas acciones conjuntas, eso sí, con grandes sueños siempre. Luego hay que procurar no endiosarse, para ello la aureola hemos de beberla en ínfimas dosis, para no caer en absurdos embobamientos o en sobredosis de soberbia. Por ello, quizás necesitemos cultivar urgentemente una sabiduría superior, que vaya más allá de este aire utilitarista y deshumanizador, para que se humanice nuestra propia existencia de caminantes y que responda a la plenitud de los requerimientos de nuestra naturaleza anímica.

En efecto, son las pequeñas cosas las que nos engrandecen. Sólo hay que observar las microempresas y las pequeñas y medianas empresas (comúnmente conocidas como pymes), que engloban más de dos tercios de la totalidad del empleo en el astro y, además, generan la mayor parte de los nuevos puestos de trabajo. Pese a ello, también es verdad que las pymes continúan enfrentándose con sustanciales desafíos en lo que concierne a las condiciones de trabajo, la productividad y el nivel de informalidad de sus actividades. Al fin y al cabo, por consiguiente, todos nos merecemos una pausa para repensar sobre la realidad cambiante.

El poder económico está entrelazado con el poder político, pero además con ese ámbito obrero o empresarial, que ha de estar al cuidado del medio ambiente, de los pobres y sobre todo de esos jóvenes en permanente actividad. A mi juicio, a esto hay que sumarle, la innovación del empresario al cuidado de este techo colectivo, aparte de que uno por sí mismo tiene que ser algo para poder hacer chispa.

Lo importante está en no desmoronarse y en saber recrearse con el crecimiento solidariamente. A mi juicio, de entrada, tenemos que superar los irracionalismos, para poder echar el ancla, sustentarnos y sostenernos como humanidad conciliada con lo armónico.