Lamentable política exterior

Rosalía Arteaga Serrano

Una de las resoluciones que perjudican al país, tomada durante el gobierno anterior, fue el retiro del embajador ecuatoriano en Brasilia. La situación se dio luego de la censura y salida de la expresidenta Dilma Rousseff, lo que ha repercutido en las relaciones entre los dos países, con el consiguiente perjuicio en lo económico y en las relaciones internacionales.

Brasil, a pesar de las difíciles situaciones de los últimos años, en los que su imagen internacional y su economía se vieron afectados, continúa siendo la más importante economía de América del Sur. El tema de las relaciones diplomáticas tiene impacto en una economía tan afectada como la nuestra, con niveles altísimos de endeudamiento a corto plazo y con absurdas tasas de interés.

¿Por qué la Cancillería ecuatoriana no se empeña en regularizar la situación? ¿Por qué esa terquedad en continuar perteneciendo a la Alba y no en reactivar esa importante organización que es la Unasur, que luce descabezada desde hace meses y que no sirve de escenario para discutir cruciales problemas como el de Venezuela?

En relación al tema venezolano, es trágico pensar en que Ecuador sigue siendo uno de los pocos países que respalda al régimen opresor y dictatorial de Maduro, sin solidarizarse con su pueblo, volviéndole las espaldas a una realidad que es ya por todos conocida, como es la crisis humanitaria de Venezuela.

El campo de las relaciones diplomáticas es extremadamente sensible y al mismo tiempo presenta oportunidades excelentes para robustecer nuestra economía, para generar alianzas positivas, para incrementar las soluciones a temas internos, en un mundo globalizado y en permanente cambio. La Cancillería ecuatoriana está en deuda con lo que quiere y desea la población de nuestro país.

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